La angustia es un proceso adaptativo vital
QUÉ ES LA ANGUSTIA
La angustia es un proceso adaptativo vital, que está presente en todos y actúa como señal ante cualquier peligro, preparando a la persona ante esa situación. En la actualidad se tiende a nombrarla como trastorno de ansiedad.
El peligro ante el cual se reacciona puede ser externo (una amenaza real ante la cual es necesario actuar) o interno (un deseo, un pensamiento, una fantasía que resultan perturbadores). Ante el peligro externo puedo reaccionar por medio de la huida, pero ante el peligro interno no puedo huir.
CÓMO SE MANIFIESTA LA ANGUSTIA
La angustia es, en primer lugar, algo que sentimos, y se puede calificar de estado afectivo. Como sentimiento presenta un claro carácter displaciente, es decir, molesto, incómodo, en resumen, contrario a la comodidad y el placer.
No todo displacer puede ser calificado de angustia. Existen otros sentimientos de carácter displaciente, como son el dolor, el duelo, el frío, el hambre, etc., pero que no implican angustia. En estos casos podemos decir que su origen está identificado, se sabe lo que es.
La crisis de angustia se manifiesta de forma repentina, con sensaciones físicas más precisas, muchas de ellas relacionadas con el sistema cardíaco y respiratorio. En una crisis de angustia, el sujeto puede padecer:
- Elevación del ritmo cardíaco, taquicardias.
- Dolor torácico.
- Temblores.
- Sudoración excesiva.
- Sensación de opresión en el pecho o de falta de aire, ahogos.
- Dolores de cabeza.
Puede provocar también malestar psicológico como, por ejemplo:
- Miedo a morir.
- Miedo a volverse loco o a perder el control.
- Irritabilidad y cambios de carácter.
- Despersonalización, sensación de irrealidad.
MECANISMOS DE LA ANGUSTIA
Sigmund Freud nos dice: “El mecanismo de la neurosis de angustia ha de buscarse en ser desviada de lo psíquico la excitación sexual somática y recibir, a causa de ello, un empleo anormal.”
Hemos dicho que la angustia es un afecto, un estado displaciente que necesita aliviarse mediante determinados actos de descarga. La crisis de angustia se basa en un incremento de excitación que no puede mantenerse mucho tiempo en el sujeto, por su intensa condición de displacer, y busca aliviarse con determinados actos, por ejemplo, comiendo.
Este tipo de actos de descarga producen efectos secundarios, tanto a nivel de la salud física como de la salud mental del sujeto que padece la crisis de angustia.
Estos actos de descarga no eliminan la posibilidad de futuras crisis, simplemente alivian momentáneamente la tensión originada por el trastorno de angustia, y obligan al sujeto a repetirlos cada vez, sin que con ello garantice que va a eliminar la angustia.
El nombre de neurosis de angustia (lo que hoy se conoce como trastorno por ansiedad) es porque todos sus síntomas pueden ser agrupados en torno a la angustia.
La neurosis de angustia puede manifestarse con múltiples síntomas, simultáneos o no, o con un solo síntoma (taquicardia, cansancio excesivo, compulsión a comer, falta de deseo, etc.)
Sigmund Freud descubrió que toda formación de síntomas es emprendida con el único fin de eludir la angustia. Los síntomas ligan la energía psíquica, que de otro modo sería descargada en forma de angustia, resultando así que la angustia es el fenómeno fundamental y el principal problema de la neurosis.
CARACTERÍSTICAS DE LAS CRISIS DE ANGUSTIA
Las características de la ansiedad o las crisis de angustia en una persona son:
A) La excitabilidad general: surge siempre y es, teóricamente, muy importante. Una elevada excitabilidad indica siempre acumulación de excitación o incapacidad de resistirla; esto es, acumulación absoluta o relativa de excitación. Dentro de esta elevada excitabilidad estaría por ejemplo la hiperestesia auditiva (una hipersensibilidad con respecto a los ruidos) que puede ser causa de insomnio.
B) La espera angustiosa: La espera angustiosa es el síntoma nodular. Se trata de un “quantum” de angustia, libremente flotante, que se halla dispuesto en todo momento a enlazarse a cualquier idea.
El carácter de estas personas se caracteriza porque soportan mal la incertidumbre, necesitan saber qué va a suceder y en qué momento ocurrirá. Cuando la realidad no se corresponde con sus expectativas, se produce la crisis de angustia y desarrollan toda una serie de fantasías.
Por ejemplo: La mujer que cada vez que oye toser a su marido, propenso a los catarros, piensa en la posibilidad de que contraiga una neumonía mortal y ve en su imaginación pasar el entierro. O aquella otra que, cuando al volver a casa, ve un grupo de personas ante su puerta, piensa que alguno de sus hijos se ha caído desde un balcón y, si oye la sirena de una ambulancia, piensa que es algún ser querido el que va en ella.
Todas estas ideas son del orden de la espera angustiosa. La espera angustiosa se da también mitigada en lo normal, es lo que llamamos ansiedad o tendencia a la visión pesimista de las cosas, pero en la neurosis de angustia, sobrepasa siempre el nivel normal.
C) Esta espera angustiosa, constantemente en acecho, puede también irrumpir de repente en la conciencia en forma de un ataque de angustia o ataque de pánico.
El ataque puede consistir tan sólo en la sensación de angustia y ansiedad, sin ninguna otra representación asociada, o bien asociarse a la idea de muerte o locura o acompañarse de sensaciones físicas (lo que se llama cortejo sintomático de la angustia) tales como parestesias, palpitaciones, disnea, sudores, atracones de comida, etc.
Con frecuencia, en estos casos el paciente no menciona la sensación de angustia o alude ligeramente a ella, calificándola de malestar. La combinación de estos elementos en el ataque de angustia es infinitamente variable, y además cada uno de los síntomas puede constituir por sí solo un ataque de angustia y serían equivalentes del mismo.
Es decir, el paciente no presenta sensación de angustia, sino trastornos psicosomáticos centrados en uno de los síntomas concretos como: palpitaciones, perturbaciones de la respiración, ataques de sudor (a veces nocturno), ataques de bulimia, despeños diarreicos (diarrea abundante que se produce de manera abrupta), síntomas digestivos como sensaciones de náuseas y malestar, vértigo, etc.
D) Sobre la base de la espera angustiosa, por un lado, y por otro de la tendencia a los ataques de angustia y de vértigo, se desarrollan fobias típicas:
Fobias relacionadas con la locomoción (con el movimiento, con la deambulación). La más típica es la agorafobia (miedo a los espacios abiertos), que se precede con frecuencia de un ataque de vértigo sin angustia, que acontece en la calle. La locomoción en estos pacientes no se ve afectada excepto en determinadas condiciones, tales como la falta de un acompañante o el paso por calles estrechas, etc.
En la fobia social, por ejemplo, el paciente sufre trastornos de ansiedad cuando tiene que relacionarse con otras personas, siente miedo a ser juzgado, temor a interactuar o hablar con extraños y, también, a que los demás noten que está ansioso.
E) Varios de los síntomas citados que acompañan o representan al ataque de angustia, se presentan también en forma crónica y hablamos entonces de un trastorno de angustia, siendo de esta manera más difícil descubrirlos, ya que la sensación de angustia concomitante es menos precisa que en el ataque de angustia.
Así sucede especialmente con la diarrea, el vértigo y las parestesias (trastorno de la sensibilidad de tipo irritativo que se manifiesta con sensaciones anormales sin estímulo previo, como el hormigueo), la sensación duradera de cansancio, etc. Estos síntomas pueden achacarse a cualquier otra causa diferente al trastorno de angustia.
EN LA VIDA DIARIA
Todos los estímulos que nos llegan los tenemos que elaborar de manera física y psíquica. Lo que le pasa a una persona con ansiedad es que es incapaz de elaborar psíquicamente dichos estímulos y se ponen de manifiesto físicamente bajo la ansiedad.
No son necesarias situaciones graves, como el stress postraumático, para que resulte difícil elaborar psíquicamente un acontecimiento. También ante una ruptura sentimental, ante una bronca con el jefe, o incluso por no tolerar las fantasías o los pensamientos de uno mismo (por ejemplo, el deseo que me despierta una persona en concreto, y que no puedo admitir) puede darse una crisis de angustia.
Una preocupación excesiva por cualquier motivo, sostenida en el tiempo, puede generar un trastorno por stress que, si no se analiza, puede instalarse en el sujeto opacando sus relaciones con la realidad.
La mayoría de las conductas alimentarias exageradas, ya sea por exceso o por defecto, tienen que ver con la huida del sujeto de esa sensación de angustia, de ansiedad.
La comida no solo es una necesidad, sino que el acto de comer tiene más que ver con el deseo humano, es decir, no tiene relación directa con la necesidad fisiológica. A veces, tengo una sed que me muero y se me pasa tomando solo un traguito. O también puedo saciar el deseo de comerme al compañero ingiriendo 20 helados.
Si sabemos esto, es muy importante que en aquellos casos donde el paciente se empieza a cuidar en la alimentación o a hacer una dieta, trabajemos también los factores psíquicos que motivan la compulsión a comer, ya que la comida es utilizada inconscientemente para taponar la ansiedad.
Vemos en muchos pacientes que se han sometido a una operación de reducción de estómago, cómo, si no se trata la ansiedad, aparece con más fuerza después de la operación, dándose cuenta el paciente que lo que le pasa no es sólo algo físico.
La salud física está no se puede separar de la salud mental.
CÓMO TRATAR LAS CRISIS DE ANGUSTIA
El trastorno de ansiedad es una de las patologías más comunes hoy día. Afecta casi al 7% de la población, y su incidencia es casi el doble en mujeres que en hombres. A veces lo achacamos al ritmo de vida actual, el stress, la velocidad, la falta de tiempo de ocio, de descanso, etc.
Desde el psicoanálisis, en la práctica clínica hemos comprobado que no son causas externas las que lo producen. Hemos dicho que hay una imposibilidad, por parte del paciente, de procesar psíquicamente ciertos estímulos (generalmente la excitación sexual) y esto produce angustia y ansiedad que le obligan a descargar esa tensión por otros medios.
Está muy extendido el uso de antidepresivos y ansiolíticos para tratar el trastorno de angustia y de ansiedad, aunque estos tratamientos sólo alivian los síntomas, no el origen del problema.
Los trastornos de angustia están relacionados con cuestiones inconscientes que el paciente no conoce, no sabe lo que le pasa. Por eso, en una terapia psicoanalítica, el sujeto tiene la oportunidad de hablar de lo que le sucede, de sus fantasías y miedos, ante un profesional que puede escuchar lo que le está pasando y, de esa manera, mejorar su calidad de vida y sus relaciones.