¿POR QUÉ ENGORDAMOS EN VACACIONES?
Los endocrinos y los expertos en nutrición aseguran que, en verano, con el calor, comemos menos, pero comemos peor. Y, además, el cuerpo ahorra energía, no gasta tanta como en épocas de frío. La consecuencia es que, en vacaciones, solemos engordar una media de 2 ó 3 kilos.
En esto influyen diversos factores, entre los que podemos destacar dos grupos básicos, pero que están íntimamente relacionados entre sí.
FACTORES FISIOLÓGICOS
Cambio de dieta: En épocas de calor se cocina menos, puesto que no apetece demasiado acercarse a hornos o fuegos. Se tiende a recurrir a precocinados y comidas preparadas, que tienen un aporte calórico muy superior.
Este cambio de dieta se acentúa cuando estamos fuera de casa, en algún lugar de vacaciones, donde damos rienda suelta a nuestras tentaciones culinarias, más contenidas a lo largo del año.
Desarreglos en los horarios, que se traducen en más comidas de lo habitual, más picoteo aislado. El ciclo de ingestión de alimentos y el metabolismo se alteran. Cuando no están sincronizados debidamente, el resto de nuestra maquinaria no encaja bien sus propios engranajes.
Mayor ingesta de alcohol: La Asociación de Cerveceros de España asegura que el 30% de la cerveza que se consume anualmente en España se bebe entre julio y septiembre. Además de las calorías extra que aporta, explican los expertos, el alcohol, lejos de sustituir al agua como fuente de hidratación, disminuye el nivel de agua en el cuerpo, y provoca que el cerebro se ponga en “modo hambre”, aumente el apetito y disminuya el autocontrol.
Alimentos hipercalóricos: Los helados, refrescos, horchatas, están a la orden del día, disponibles en cualquier lugar. Aportan muchas calorías, pero resultan poco saciantes, por lo que no evitan comer otras cosas.
A esto podríamos añadir las barbacoas, ya que hay más eventos sociales de este tipo, con toda la grasa extra para nuestro organismo.
FACTORES PSÍQUICOS POR LOS QUE COMEMOS MÁS
Ansiedad. En vacaciones, ya estemos en casa o en otro destino, no tenemos que trabajar, hay más tiempo libre. Escapar a la rutina diaria, algo que parece siempre deseable, a veces puede provocar en nosotros un vacío, un no saber qué hacer. Y cuando nos atrapa el aburrimiento, comemos.
A esto podríamos llamarlo “hambre emocional”, y consiste en una compulsión a picar constantemente, entre horas, intentando calmar esa ansiedad que nos produce no tener horarios, no saber qué hacer con el tiempo.
Los cambios de rutina desestabilizan nuestro aparato psíquico, nos sentimos desprotegidos. Estamos obligados a pensar en qué emplear el tiempo, a inventar permanentemente maneras de entretenernos. Cuando el ocio no está previamente planificado, se produce una situación de “caos” mental, podríamos decir, que afecta a la manera en que funciona nuestro organismo.
En vacaciones, aumentan las reuniones familiares. Y esto a veces puede producir un aumento del stress que no estamos acostumbrados a procesar. Siempre se asocia el stress al ritmo de trabajo, a las obligaciones que nos absorben durante todo el año. Pero, a veces, los afectos ligados a reencuentros familiares, ya sean gratos o ingratos, pueden llevarnos a intentar calmar tanta intensidad con la comida.
Otro factor que puede desestabilizarnos es que, cuando llegan las vacaciones tan deseadas durante el año, nos damos cuenta de que la vida sigue, de que no era la solución que nos completa y satisface. Tenemos que seguir haciendo cosas, trabajando de otra manera, buscando otras metas. Eso puede producir una especie de decepción que intentamos colmar con la comida.
A veces, puede existir un sentimiento de culpa inconsciente, que nos obliga a autocastigarnos, a tratarnos mal. La culpa es un afecto muy mal tolerado, busca permanentemente un castigo para calmarse, y si no lo encuentra, lo fragua. Todo premio o satisfacción que la vida nos ofrece, como las tan merecidas vacaciones, aumenta el sentimiento de culpabilidad y el desasosiego que lo acompaña, y busca castigo en el exceso de comida.
CALMAMOS LA ANSIEDAD CON COMIDA
Son complejos los mecanismos psíquicos en los seres humanos y, generalmente, no estamos preparados para procesarlos. Es importante acudir a un especialista que nos ayude a darnos cuenta de qué es lo que realmente motiva estos comportamientos compulsivos.
No es difícil darse cuenta de los desajustes entre lo que comemos y lo que deberíamos comer. Por ejemplo, discutimos con nuestra pareja y nos damos un atracón de dulces, o tenemos problemas en la oficina y al salir vamos a comer una hamburguesa hipercalórica para saciar el malestar.
La ansiedad está en la base de la desmesura con la comida y en vacaciones la ansiedad, como ya hemos visto, aumenta exponencialmente. ¿Cómo dejar de utilizar la comida para calmar la ansiedad?
La propia ansiedad es un obstáculo para adelgazar. La ansiedad quiere hablar y manifestarse, dice algo del que la padece. Son muchos los casos donde comer deja de ser un simple acto de alimentación, y la comida adquiere otro significado.
La ansiedad o angustia son algo que sentimos, y que podemos calificar de estado afectivo. Corresponde a un afecto de carácter displaciente del que nos queremos desprender lo más rápidamente posible, ya que en muchos casos puede incluso provocar hiperventilación, taquicardia, sudoración, ahogos, sensaciones corporales muy desagradables que hacen imaginar a la persona angustiada que puede llegar a morir o a volverse loca.
Pero es importante saber que es una sensación, un sentimiento, nada más.
Muchas personas, cuando sienten nerviosismo, agitación e inquietud, recurren a la comida para intentar paliar este estado, porque sienten que les genera satisfacción y calma. No comen por hambre o por necesidad, comen para calmar su estado anímico, su situación emocional, su ansiedad. Comen para calmarse, y eso les produce un sentimiento de culpabilidad, lo que aumenta nuevamente su ansiedad, entrando en el círculo vicioso que les perjudica.
Los ataques de angustia o de pánico son una explosión repentina que algunas personas sacian comiendo. Lo conocemos como ataques de bulimia, comer sin que haya ninguna situación previa que aparentemente le lleve a justificar el atracón.
EL PSICOANÁLISIS, CLAVE PARA RECUPERAR NUESTRO PESO TRAS LAS VACACIONES
No podemos calmar el hambre nunca, eso quiere decir que la angustia y la ansiedad no pueden desaparecer de la vida, pero sí podemos aprender a responder de forma diferente ante esos afectos.
Salud o enfermedad son una construcción de nuestros deseos. Los conflictos con lo familiar son uno de los obstáculos más comunes en todo proceso de crecimiento. El psicoanálisis nos ayudará a producir otra relación con esos lugares de la infancia que aún permanecen en nosotros.
En general, adelgazar implica cambiar de costumbres y encontrarse con una nueva vida. Aunque sean solamente esos 2 ó 3 kilos, nos hace sentirnos mejor, con un buen estado de salud. Nos gustamos más y también gustamos más a la gente.
Todos estos cambios, además de alegría, paradójicamente también pueden provocar momentos de ansiedad. Por eso, a veces preferimos quedarnos como estamos, pensar que no es para tanto y evitar ese trabajo que beneficia nuestra salud. Con la ayuda de un profesional, podremos hablar de todas las fantasías que se generan en el proceso de adelgazamiento, reduciendo de esta forma la ansiedad que nos produce.
Hay un hambre que no se puede calmar nunca, por más que comamos. La angustia es un sentimiento vital necesario que nos protege ante un peligro exterior e interior, sólo cuando se hace síntoma, es cuando debemos tratarla, si no es una compañera que está trabajando a favor del crecimiento y el desarrollo de la persona.
Aprender a sustituir. La sustitución es un indicador de salud. La forma de relacionarnos con la comida pone también de manifiesto la forma de relacionarnos con las personas. Sumar nuevas relaciones que sustituyan el vínculo con la comida nos ayudará a renunciar más fácilmente a la tendencia a recurrir a la ingesta de alimentos.
La boca no solo sirve para comer. También sirve para hablar, para cantar, para besar, chupar, morder, recitar. Nuestra propuesta es sumar al goce de comer, otros goces, utilizar la boca para otros verbos infinitivos.
No debemos olvidar que la mayoría de las dificultades para mantener en el tiempo los hábitos saludables son de carácter psíquico (decaimiento, falta de autoestima, ansiedad, desmotivación, soledad).
Poder analizar las fantasías, los miedos, que se producen en relación a la comida y en relación a la transformación corporal nos ayudará a ir construyendo el sostenimiento psíquico que toda salud requiere. El psicoanálisis es clave para mantener la salud, tanto física como psíquica.