“La felicidad solo puede hallarse en el camino del trabajo”, escribió José Martí. Y, además, el camino del trabajo es la única manera de crecer personal y profesionalmente. Ahí es donde se halla la felicidad, porque el trabajo permite y posibilita otras muchas cosas en la vida.
Por eso es importante que aprendamos a amar el trabajo, y esto quiere decir cuidarlo y darle el lugar que le corresponde en nuestras vidas.
QUÉ ENTENDEMOS POR TRABAJO
Miguel Oscar Menassa nos transmite que en una sociedad justa el trabajo es un don, y que la aversión humana hacia el trabajo se desprende de que vivimos en sociedades injustas.
En su organización más simple, el trabajo es una actividad racional capaz de producir valores de uso. El trabajo es la condición imprescindible en la relación del hombre con la naturaleza. Trabajo de forma simple porque se agota en el producto que produce.
Produce un valor de uso, es decir, un valor que parte de la propiedad de la cosa y que puede ser utilizado en cualquier demanda humana en el orden de la necesidad y en el orden de la fantasía. Y es que también se llama necesidad a aquello que el sujeto fantasea en el orden de poder satisfacer.
Pero el trabajo, el trabajar, implica muchas cuestiones psíquicas que vamos a ir analizando.
La capacidad de trabajar es uno de los criterios de salud para el psicoanálisis y cuando una persona está afectada en su capacidad de trabajar podemos decir que es efecto de un conflicto psíquico. Por tanto, podemos decir que una persona está sana si su capacidad para amar y para trabajar en la realidad no está afectada.
En cambio, la enfermedad siempre afecta a la capacidad de trabajar y la falta de trabajo produce enfermedad porque el psiquismo no puede dejar de trabajar y, si no lo hace en la realidad material, trabaja en la realidad psíquica produciendo síntomas. Y es que los mecanismos psíquicos son los mismos en la salud y la enfermedad; la diferencia entre ambas, siempre, es una cuestión de cantidad.
Cuando vemos que nuestra vida está detenida, tenemos que preguntarnos en qué realidad estamos viviendo, porque parte de nuestra vida es irreal, es la realidad psíquica que cada uno se construye. Lo que se llama neurosis es estar en la realidad psíquica, vivir en la imaginación la mayor parte del tiempo, sin trabajar la realidad material.
UNA CUESTIÓN IDEOLÓGICA: El trabajo como castigo
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres y al polvo volverás”.
Génesis 3:19
La creencia que nos traslada el Génesis es que Adán y Eva vivían felices en el paraíso terrenal hasta que la astuta serpiente sedujo a Eva con el fruto prohibido del conocimiento del bien y del mal. Entonces, la mujer lo comió y se lo dio a su ingenuo marido. Justo en ese momento sintieron vergüenza de su desnudez y fueron conscientes de su pecado. Dios maldijo a la serpiente y condenó a la mujer a parir con dolor y ser dominada por el hombre. Adán fue condenado a trabajar para ganarse el sustento y ambos fueron expulsados del paraíso.
Éste puede ser el origen de la idea de que el trabajo es una condena, ideología que ha calado tan profundamente en nuestras sociedades, que hoy día permanece. De ello se deriva una creencia básica: que estamos obligados a trabajar.
El concepto de trabajo ha ido evolucionando. En la época de las Escrituras la economía se sustentaba en el trabajo esclavo o servidumbre. La esclavitud no fue abolida formalmente hasta 1980 pero, lamentablemente, continúa operando de forma ilegal en todo el mundo: trata de personas, explotación sexual, trabajo infantil… millones de personas viven todavía en condiciones infrahumanas en las que apenas logran subsistir día a día.
Es a raíz de la Revolución industrial que cobra fuerza la clase social “trabajadora” que comienza a reivindicar la reducción de las jornadas de 15 horas diarias aplicadas a hombres, mujeres y niños. De este modo, en los últimos cien años se ha logrado, para la mayoría, condiciones más saludables de trabajo, como: mejor remuneración, horarios de 8 horas, algunos días de descanso y vacaciones anuales pagadas.
En la actualidad, es necesario repensar el concepto de trabajo para que deje de ser un castigo. El trabajo es una actividad humana esencial de servicio a otros y satisfacción personal. El trabajo permite el funcionamiento de la sociedad y su progreso, pero, sobre todo, el crecimiento personal.
EL TRABAJO Y SU RELACIÓN CON EL DINERO
El trabajo es lo que va a posibilitar producir una diferencia en mi vida, lo que va a permitir la entrada de dinero. Ese trabajo satisfactorio, esa sexualidad saludable es lo que nos va a diferenciar de otros humanos.
Uno de los aspectos más importantes de nuestra vida es nuestra organización económica y la manera en que manejamos el dinero. Nuestra economía está sobredeterminada por la posición que, como sujetos, mantenemos en dos sistemas: el sistema psíquico inconsciente, íntimamente relacionado con nuestra sexualidad, y el sistema económico de relaciones sociales de producción capitalista.
Ganar dinero con el trabajo sería una recompensa para el Yo. Y no ganarlo también puede ser un castigo, no solamente para uno mismo, sino también para las personas que nos rodean. Cuando tenemos conflictos emocionales con nosotros mismos y con los otros, podemos ser capaces de alterar el trabajo y la capacidad de producir dinero. Por ejemplo, hay separaciones donde el hombre que tiene que pagar la manutención de sus hijos, pierde el trabajo, se arruina, y no puede pasarle el dinero a su mujer y los niños. De este modo, se consolida una especie de venganza.
El aparato psíquico está diseñado para no enterarse de nada, por eso que, si no nos cuestionamos estas cosas, no podemos avanzar.
En la capacidad de ganar y producir dinero es donde mejor vemos la neurosis de cada sujeto. Por eso hablamos del uso neurótico o sano que hacemos del dinero. La neurosis es una enfermedad mental que aleja a la persona de la realidad, por juzgarla intolerable, es estar mal situado en la realidad.
Ocurre que el dinero está íntimamente relacionado con la constitución psicosexual. En la medida en que aceptamos la diferencia sexual, vamos a producir más dinero, porque eso implica aceptar la propia mortalidad, los límites, que necesitamos de los demás. El dinero nos pone en relación con el otro.
Y el dinero va a ser el uso que hacemos del mismo (perderlo, malgastarlo, regalarlo…). Para el psicoanálisis las cosas no son ni buenas ni malas en sí mismas, sino que depende del uso que hagamos de ellas. Porque todo es económico en el psiquismo humano.
Menassa dice: “El dinero no es solo económico, no es solo político-económico. El dinero es psíquico”.
Por otro lado, para poder manejar el dinero de otra manera, habría que pasar del uso del dinero como equivalente fálico al uso del dinero como equivalente general. Y para esto es importante la terapia psicoanalítica, puesto que, inconscientemente, los equivalentes fálicos no desaparecen.
El dinero es tiempo de trabajo humano. El trabajo es tiempo por dinero. Ése es el dinero como equivalente general. Esto cuesta tanto, cuesta tantas horas de trabajo. Entra en el nivel simbólico.
En la constitución psíquica de todo sujeto hay un periodo de latencia, en el que se ha producido la represión, es decir, ciertos contenidos se hacen inconscientes pero, lejos de desaparecer, ahora ejercen una influencia todavía más fuerte.
Esas fantasías, esas concepciones, esos pensamientos, siguen estando en nosotros. Y eso se muestra en el lenguaje: pensamos que ganamos una mierda, que el dinero es una caca, una porquería, vaya regalo de mierda, cuánto cuesta este niño. Es un trabajo que hay que hacer cada vez, pasar del dinero como equivalente fálico al dinero como equivalente general.
EL TRABAJO Y SUS CONSECUENCIAS
Todo acto humano tiene consecuencias, y no son las mismas si trabajamos en la realidad o si no lo hacemos. Porque siempre hay un trabajo: cuando uno trabaja, hay un trabajo a favor de uno; cuando uno no trabaja, hay un trabajo en contra de uno.
Es una cuestión que marca diferencias: ¿qué hace cada uno con eso que se produce en la realidad material? ¿cómo lo maneja ese individuo desde su realidad psíquica?
La diferencia trae también la envidia al pene, los celos, la culpa. Y hay que aprender a manejar todas esas situaciones. Hay muchos casos de personas que, con el psicoanálisis, empiezan a mejorar, a hacer otras cosas y puede ocurrir que la familia, el entorno, no quieran esa diferencia.
Por eso hay que aprender a tolerar que, cuando uno hace las cosas de forma más productiva o más saludable para él o se siente más feliz, va a provocar cosas en los demás, pero es algo que les pasa a los otros, no es algo que le pase a uno.
Y ganar dinero provoca cuestiones en su entorno. Puede ocurrir que haya gente que vaya detrás del dinero o a intentar machacarnos, justamente por estar relacionado con ese equivalente simbólico, con la sexualidad. También hay temor a ganar dinero porque uno piensa que los otros le van a envidiar, que le van a pedir. El envidioso envidia cualquier cosa, hasta a sí mismo. Todo lo que tenga el otro, aunque sea una enfermedad, aunque sea un mendigo de la calle…
Freud decía: “No hay nada más caro en la vida que la enfermedad y la tontería”.
Los seres humanos somos complejos. No somos individuos, sino sujetos divididos en una parte consciente y una parte inconsciente. En cada uno hay varias tendencias, una que quiere y otra que no quiere, una que desea y otra que se resiste.
Y es que, a veces, como hemos dicho, estamos en nuestra realidad psíquica, que es la que realmente nos afecta, porque en esos casos la realidad material está lejos de poder verse. Es más productivo acudir a terapia psicoanalítica para resituarnos en el lugar en que debemos estar y donde nuestro trabajo puede generar crecimiento y aprendizaje.
LA IMPORTANCIA DE AMAR EL TRABAJO
Khalil Gibran escribió: “Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría”.
Para el psicoanálisis, amar es dar lo que no se tiene a quien no es. Esto quiere decir que el amor tiene mucho que ver con el trabajo, puesto que dar lo que no se tiene quiere decir dar el producto de nuestro trabajo a los otros, del mismo modo en que nosotros mismos nos beneficiamos del trabajo de otros.
El psicoanálisis es un instrumento eficaz para ayudarnos a detectar nuestras resistencias a la hora de realizar las tareas, las ambivalencias respecto a la actividad que realizamos, los impedimentos ideológicos que nos impiden amar el trabajo.
Los seres humanos necesitamos la ayuda de otros y, en este caso, de un especialista que nos dé los instrumentos para trabajar en la realidad y poder modificar nuestra mirada respecto a lo que nos rodea.
Porque cuando uno se transforma con el trabajo en las sesiones, se transforma también la relación que mantiene con el mundo: con su familia, sus amigos, con el propio trabajo.
Si uno está en análisis, puede construir su humanidad, porque aprende cómo funcionan sus propios procesos inconscientes y, además, escucha y ve de otra manera lo que sucede a su alrededor.
En conclusión, sobre el trabajo se ha dicho casi de todo y desde todos los puntos de vista. Sólo queda por saber qué es lo que cada uno de nosotros decidimos para nuestra vida. Y para poder esto, el psicoanálisis es la mejor herramienta.