Cómo avanzar en la vida

 

Comenzaremos con dos aforismos esclarecedores:

“El que repita lo hecho, jamás la encontrará”. Miguel Oscar Menassa

“Mejorar es cambiar; así que para ser perfecto hay que haber cambiado a menudo”. Winston Churchill

 

Todos, en algún momento, nos hemos preguntado cómo avanzar en la vida, cómo progresar. Y es que, a veces, la comparación con los demás o con las ideas o los sueños de juventud nos hace sentir una especie de estancamiento vital, al no encontrarnos en el lugar que nos gustaría o habíamos imaginado.

Es normal experimentar tristeza, frustración o desesperación cuando nos encontramos con obstáculos y momentos en los que pareciera que no avanzamos lo suficiente, por eso es importante darse cuenta de qué es lo que nos detiene o nos impide ese avance que deseamos.

Aunque también es cierto que no es necesario sentirse atascado para avanzar, porque el movimiento y el cambio son inherentes a la existencia humana, son parte del camino y del crecimiento.

 

Vamos a profundizar en la manera de avanzar en la vida, analizando qué factores nos impiden hacerlo y la manera de poder revertir la situación.

 

QUÉ NOS IMPIDE AVANZAR EN LA VIDA

Lo primero que tenemos que plantearnos es que el progreso, el avance, no es algo que viene de fuera, del exterior, que tiene que tocarnos e incentivarnos, sino que el cambio es algo que tiene que partir de uno mismo. En consecuencia, también los impedimentos van a partir de uno mismo, no del exterior.

Saber esto es importante, porque no existen unos criterios o normas o estándares generales para el progreso personal, es decir, el cambio que nos permita avanzar no es igual para todo el mundo.

 

El psicoanálisis nos muestra cómo cada persona es diferente y tiene que construir su propio camino. Y para esto hay que hacer un trabajo sobre nuestro propio psiquismo.

– Las excusas

A veces, ponemos muchas excusas, “no tengo tiempo”, “no tengo dinero”, “es que mi familia…”, “es que a él lo educaron de otra manera…”, “es que mi novio no me deja”, “es que requiere mucho trabajo”, “es que soy una mujer…” En definitiva, “no tengo”.

Lo peor es que nos las creemos, estamos convencidos de que son reales. Y esto es importante, sobre todo, para las mujeres, que caen con frecuencia en esa posición de “no tengo”.

La energía para el progreso viene de uno y los impedimentos al progreso también vienen de uno mismo, como hemos dicho. Para el otro siempre se ve mucho más fácil que para uno.

Esa carencia constante, ese “quiero y no puedo”, o ese “no quiero”, tiene que ver con algo muy particular que nos pasa a todos los seres humanos y que quizá deberíamos destacar en la mujer, porque es más fácil caer en esa cuestión de la falta en una posición femenina, sea un hombre o una mujer el que se coloque en ese lugar. Pero hay algo que nos falta a todos, que es la inmortalidad.

Hay que aceptar una especie de incompletud para poder desarrollarnos de forma completa, o cuasi completa, completa para uno, dentro de sus posibilidades. No con el estereotipo de completud que la sociedad nos impone, con un modelo o un desarrollo concreto que muchas veces es inalcanzable o exagerado o ilusorio.

 

Una cosa son las utopías, que nos ayudan a crecer. Y otra cosa son las ilusiones, que a veces impiden el crecimiento.

 

– El sometimiento familiar

A veces uno progresa, pero como tiene el criterio de progreso de sus padres, no siente que avanza. Y es que lo que fue bueno para los padres, puede no ser bueno para uno. Así que cada cual tiene que preguntarse qué es conveniente, para su propio crecimiento: quién era antes, quién es ahora, cuál es su deseo. Es decir, reconocer su propio deseo y separarlo del deseo de su familia.

Por otro lado, en la familia, cada miembro tiene una posición, y es muy difícil escapar a esa determinación. Puede ser el mayor, el listo o el torpe, por poner algún ejemplo. Y esa “etiqueta” se arrastra a lo largo de la vida. Si uno es “el pequeño” corre el riesgo de seguir siéndolo de adulto, no pudiendo crecer o evolucionar; o, por el contrario, quiere competir con todo el mundo para ser el mayor. Como vemos, lo importante es lo que cada uno hace con lo que le pasa.

Por eso, la posición que uno ocupa en la familia a veces dificulta el crecimiento y el progreso personal y profesional, por querer mantenerse en esa posición. Porque a veces el sujeto no puede tolerar que va a superar a sus padres, por la formación que tiene. Y, en la familia, sea cual sea, tiene un lugar y por fidelidad, por no perder ese lugar, no crece. Pero es una cuestión inconsciente. Tiene todo a su disposición para ser culto, para tener éxito, para enriquecerse, pero no lo utiliza para eso sino para continuar inmóvil.

Por ejemplo, la mujer a la que su padre le dijo que, si ganaba 5.000 euros al mes, es que era una maravillosa profesional, pero gana 4.900 euros, y siente que es una porquería porque no llegó a lo que le dijo su padre. Pero, a veces, no da el salto, para seguir siendo esa lo que su padre le dijo. Para seguir manteniéndose en ese lugar de no poder.

 

Vemos que el mayor impedimento para avanzar en la vida es mantenerse pegado a ciertas frases que, a veces, ni siquiera son nuestras.

 

¿Y cómo se da ese salto? Con trabajo psíquico. El psicoanálisis no es otra cosa que un trabajo psíquico, por parte del paciente, pero que incluye a otros.

Es una cuestión de cantidad lo que hay que trabajar en el psicoanálisis personal. Los celos, la envidia, son sentimientos humanos que todos padecemos alguna vez, lo que nos diferencia a unas personas de otras es qué hacemos cada uno con nuestros celos y con nuestra envidia.

Ser fiel es imposible para el ser humano, aunque la tendencia es querer ser fiel, pero para progresar es necesario ser infiel: a las ideas, a las personas, a los prejuicios, a la manera de vivir de antes, a la familia, a todo.

 

– Una falsa concepción del amor

Hay personas que, cuando se enamoran, lo abandonan todo. Muchas mujeres que son excelentes profesionales y cuando empiezan una relación de pareja, se olvidan de todo, por amor lo dejan todo. Debemos tener cuidado con eso, saber que por amor somos capaces de abandonar el trabajo, las amistades, las aficiones…

Del mismo modo, también hay muchos hombres que, por ser deseados, lo abandonan todo. Hemos visto casos donde entra una tercera persona en la relación y son capaces de destruir su propia empresa. Es importante tenerlo en cuenta.

La mujer tiene que trabajar por dinero. El mejor padre para una mujer es su cuenta bancaria. Es la aceptación de la ley: para conseguir dinero hay que trabajar. Sea el trabajo que sea, cada uno puede trabajar en lo que quiera, pero hay que trabajar.

 

-Fantasear en lugar de hacer

Cuando una persona se pasa el día en pleno onanismo mental, lo que vulgarmente se conoce como hacerse pajas mentales, no puede conseguir nada. Si estoy todo el día fantaseando que hago, pero no hago, no voy a conseguir nada en la realidad, o muy poco. Y esto es más frecuente de lo que se cree.

Todo el mundo tiene fantasías o ilusiones, en cierta cantidad, y eso entra dentro de lo normal. Lo patológico es cuando el sujeto pasa todo el día imaginarizando, fantaseando, sin actuar en la realidad, porque fantasear impide hacer, impide salir al mundo, actuar en la realidad. Impide la acción.

Toda la energía está puesta en la realidad psíquica, donde puede vivir como si hubiese conseguido algo, como si hubiese realizado una acción, cuando en la realidad material real no ha hecho nada. Pero, como en su realidad psíquica lo ha fantaseado, vive como si lo hubiera hecho. En definitiva, fantasear es una manera de negar el trabajo en la realidad

El problema es creer que las fantasías, todo ese desarrollo imaginario, son la vida. Y éste es uno de los principales impedimentos al progreso personal: no distinguir entre decir, pensar y hacer. Son tres tiempos diferentes, que deben estar encaminados hacia el mismo lugar: pienso, digo y hago.

Eso sería lo más cercano a la normalidad, lo más saludable, poder diferenciar entre la realidad psíquica y la realidad material, y actuar en ésta para modificarla.

El neurótico lo hace todo en su fantasía, así que la energía que podría poner en el mundo para realizar sus proyectos está detenida en su realidad psíquica. Hay una tremenda cantidad de energía puesta ahí. Cuando una persona comienza a psicoanalizarse, consigue que esa energía que está ahí detenida se vaya liberando y se vaya poniendo en la realidad material.

 

– La autoestima

La autoestima muchas veces también impide el progreso profesional. Pero ¿de dónde proceden la alta o baja autoestima?

El aparato psíquico es un aparato complejo, dividido en una parte consciente y otra parte inconsciente. Pero, además, hay una instancia que es el Yo, que atrae el amor hacia uno mismo (narcisismo); y también está la conciencia moral o superyó, que es la internalización de las figuras parentales (las indicaciones de los padres, la conciencia moral, etc.)

En la baja autoestima, lo que sucede es que el Yo es muy pequeño, comparado con el Superyó, y parece que le reprocha: “tienes que ser esto o aquello”, “tendrías que haber llegado ya, en este momento de tu vida, a esta posición”, “qué pequeña eres o qué pequeño eres”, etc. Es la propia conciencia moral la que se lo dice al propio Yo.

Hay un conflicto interno en el psiquismo de la persona con baja autoestima y tiene que trabajar en su psicoanálisis ese conflicto. Porque el paciente con baja autoestima siempre se está comparando con lo grande que eran el padre y la madre en su infancia.

 

– La culpa

La culpa, que es demoledora para el sujeto, tiene un papel importante a la hora de impedir la evolución y el progreso del sujeto. El sentimiento inconsciente de culpabilidad es diferente a lo que sentimos como culpa consciente: “he hecho esto mal, me siento culpable”, eso vendría a ser el remordimiento. La culpa, el sentimiento inconsciente de culpa, es lo verdaderamente dañino.

Tiene que ver mucho con el sentimiento de inferioridad. Sabemos de ella por la presencia de una necesidad de castigo. Y tiene que ver con los sentimientos hostiles que sentimos hacia nuestro padre, cuando deseamos que desapareciera de nuestra vida para quedarnos con mamá, toda para nosotros, y es un sentimiento que permanece inconsciente en todos.

Y, a veces, puede llevarnos a cometer delitos en la realidad, para encontrar un castigo que la calme. Porque la culpa no se calma de otra forma si no es con castigo.

 

– Los problemas con la Ley

No tener Ley, forcluir (borrar) la Ley como hace el psicótico, o saltarse la Ley como hace el perverso, son problemas graves a la hora de manejarse en la realidad.

El psicótico es el que va a transformar la realidad real, pero sin aceptarla. No acepta la realidad material, la borra y la sustituye por su propia realidad: soy Napoleón, soy Jesucristo, soy millonario, soy el maestro, cuando no ha abierto un libro nunca, pero lo vive así.

El perverso es el que conoce la realidad, pero se la salta: yo sé que para ser médico tengo que aprobar dos asignaturas que me quedan de la carrera, pero me las salto, me tienen que aprobar por mi cara bonita, como se suele decir.

Esa relación que cada uno tiene con la Ley es muy importante para progresar o no progresar. La salud mental tiene que ver con un equilibrio en el uso de todos los mecanismos del aparato psíquico, incluidos la forclusión, la represión y la renegación. Eso es lo saludable, porque cuando uno se pasa en la utilización de un mecanismo y no utiliza los demás, se produce algún trastorno.

En psicoanálisis, la salud es una cuestión de cantidad. Si se excede en la cantidad en alguna de esas tendencias, entramos en lo patológico. El sujeto normal es un poco psicótico, un poco neurótico, un poco perverso, un poco histérico.

 

– La angustia

Algunas cuestiones que nos impiden avanzar en la vida, y de las que no nos damos cuenta, son los sentimientos que ese progreso produce en nosotros. Porque, como hemos dicho, a veces, uno no progresa por celos, por envidia, por amor, por culpa, por angustia, etc. Porque se siente angustia frente al progreso.

Al salir del goce infantil, de la posición demandante con respecto a la madre todopoderosa, se pasa a otra posición. La angustia está en medio del goce con la madre omnipotente y el deseo con trabajo, que es el mundo. Cuando detenemos nuestro desarrollo porque no queremos avanzar hacia el mundo, caemos en la angustia, esa situación primigenia que no nos lleva a ninguna parte.

Y, entonces, lo único que podemos hacer es avanzar, porque si pasamos ese instante, nos lleva a otro lugar.

La angustia es productiva, siempre va a manifestarse frente a cualquier situación novedosa. Cuando percibimos esa angustia hay que seguir hacia adelante, dar el siguiente paso y no irse para atrás, porque muchos de los síntomas que se producen son para no sentir la angustia. Muchas de las fobias o de los síntomas obsesivos tienen que ver con la angustia.

 

NO AVANZAR TAMBIÉN ES UN TRABAJO

También hay un trabajo en el no progreso. No es que cuando trabajamos nos va bien y cuando no trabajamos nos perjudicamos. Es que también hay un trabajo para perjudicarnos. Hay un trabajo para progresar y crecer. Y, cuando no avanzamos y no crecemos, tenemos que pensar que estamos haciendo un trabajo en contra de nosotros mismos. En todo lo que hace el ser humano, siempre hay un trabajo.

Hay que poder vivir acorde con uno mismo, y eso quiere decir aceptar que tenemos deseos inconscientes. Que somos sujetos divididos, que tenemos deseos a favor y deseos en contra; que hay una parte inconsciente en nosotros de la que no sabemos nada y, sin embargo, es la parte más determinante en nuestras vidas.

Por eso el psicoanálisis personal es importante para el sujeto, para que sepa discernir las acciones que lo hacen avanzar y las que lo mantienen atascado.

 

EL PAPEL DE LO INCONSCIENTE

Como sujetos psíquicos, somos sujetos divididos en consciente e inconsciente. Lo que hace bien a un sistema, al sistema consciente, por ejemplo, a veces no le hace bien al sistema inconsciente. O al revés. Lo que es goce para el sistema inconsciente, es malestar para la conciencia. Y esos conflictos que surgen en nosotros son los que provocan trastornos graves en la realidad.

En lo inconsciente están reprimidos los deseos infantiles prohibidos. Tienen que ver con nuestra sexualidad infantil, que fue prohibida y que quedó olvidada. Porque llegó un momento en que ya no éramos niños y no podíamos seguir enamorados de mamá ni de papá, así que eso quedó prohibido y tuvimos que salir al mundo en busca de otros hombres y otras mujeres.

Pero todos esos deseos sexuales son también hostiles, porque cuando amábamos a mamá también estaba papá como rival que nos separaba de ella, y viceversa. En esa etapa infantil, nacen por primera vez la hostilidad, el odio, los celos. Todo eso está reprimido frente a la figura del padre y de la madre, por eso se olvidó.

Esos afectos siguen estando en nosotros, ahora desplazados, asociados a otras representaciones, a otras personas: el jefe, el profesor, etc. Tanto en hombres como en mujeres ocurren estos mecanismos, porque el primer amor siempre es la madre.

En la época adulta, la madre va a ser esa situación plácida donde todo lo conseguíamos llorando un poco, y venía ella y nos daba la teta y nos acunaba y nos daba calor. Esa primera experiencia de placer y de goce con esa madre todopoderosa, que respondió a todas nuestras necesidades y demandas y nos salvó la vida, es lo que queda en nosotros de adultos y, a veces, uno quiere volver ahí, volver a esa situación, sin tener que trabajar.

Ésa es una tendencia en todo ser humano, querer volver a esa primera experiencia de placer y de satisfacción. Todo el tiempo buscamos la tranquilidad, la estabilidad, el goce con la madre todopoderosa (madre fálica), para no hacer nada.

Tenemos la tendencia a regresar, guiados por el principio del placer, a esa situación de tensión cero. Pero debemos saber que la tensión cero es la muerte.

 

CON PSICOANÁLISIS, PODEMOS AVANZAR…

Cada cosa que hacemos en la vida habla de nosotros. Ya sea buena o mala. Y lo que no hacemos también habla de nosotros ante la mirada de un psicoanalista. Aunque la gente, generalmente, no se entera de estas cosas a primera vista, hay un saber inconsciente en todos. El otro, inconscientemente, sabe que algo nos pasa.

Es uno mismo el que tiene que decidir salir de esa posición. Y, además, cuando uno se transforma con trabajo, se transforma también la relación que mantiene con el mundo: con su familia, sus amigos, con el trabajo.

Y si uno está en análisis, puede construir su humanidad, porque aprende cómo funcionan sus propios procesos inconscientes y, además, escucha y ve de otra manera lo que sucede a su alrededor.