La depresión es un trastorno mental frecuente y grave

QUÉ ES LA DEPRESIÓN

La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a unos 350 millones de personas. La depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración y una intensidad que va de moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio, siendo la causa de aproximadamente un millón de muertes anuales.

 

ALGUNOS DATOS ESTADÍSTICOS

Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud):

  • La depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo.
  • La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial de morbilidad.
  • La depresión afecta más a la mujer que al hombre.
  • En el peor de los casos, la depresión puede llevar al suicidio.
  • Hay tratamientos eficaces para la depresión.

 

Aunque hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados en todo el mundo (y más del 90% en algunos países) no reciben esos tratamientos. Entre los obstáculos a una atención eficaz se encuentran la falta de recursos y de personal sanitario capacitado, además de la estigmatización de los trastornos mentales y la evaluación clínica inexacta.

Las personas con depresión no siempre se diagnostican correctamente, ni siquiera en algunos países de ingresos elevados, mientras que otras, que en realidad no la padecen, son diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.

 

¿CÓMO IDENTIFICAR Y DIFERENCIAR UNA DEPRESIÓN DE OTROS PADECIMIENTOS?

  • Diferencia entre duelo y melancolía (depresión)

Para esclarecer la esencia de la melancolía, de la depresión, la compararemos con el duelo, afecto normal paralelo a ella. Las múltiples formas de la depresión, en ocasiones, pueden parecernos afecciones somáticas, aunque lo que verdaderamente estamos presenciando son los efectos de la depresión.

El duelo es la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. Es un proceso normal que desaparece al cabo de un tiempo.

La melancolía o depresión surge bajo las mismas circunstancias, pero en personas con cierta predisposición morbosa. La diferencia fundamental es que se alarga en el tiempo, instalándose como patología.

La depresión o melancolía también es la reacción a una pérdida, en muchos casos de un objeto amado, pero puede ser incluso la pérdida de un ideal. Por ejemplo, el sujeto no ha muerto, pero ha quedado perdido como objeto erótico (el caso de la novia abandonada).

Hay otros casos donde la pérdida no está tan claramente definida, o aquellos otros donde el sujeto conoce el objeto perdido, pero no lo que ha perdido con él. Digamos que la pérdida es inconsciente, no como en el duelo, en que la pérdida es reconocida conscientemente.

  • Las características de la depresión, psíquicamente hablando son:
  1. Un estado de ánimo profundamente doloroso
  2. Una cesación del interés por el mundo exterior
  3. La pérdida de la capacidad de amar
  4. La inhibición de todas las funciones
  5. Y la disminución del amor propio

 

La disminución del amor propio es una característica exclusiva de la depresión, no aparece en el duelo. Y se pone de manifiesto en reproches y acusaciones que el paciente se hace a sí mismo y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo.

La inhibición y la falta de interés por el mundo exterior en el duelo se explican por el proceso mismo del duelo, donde el yo queda absorbido. En la depresión, tal inhibición no está tan claramente definida. La disminución del amor propio nos muestra, no una absorción del yo, sino un considerable empobrecimiento del mismo.

El yo del melancólico es indigno de toda estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable. Se reprocha, se insulta, espera repulsa y castigo. Se humilla delante de todos y les compadece por estar cerca de él. Muestra un cuadro de delirio de empequeñecimiento (principalmente moral) y sojuzgamiento de sus deseos.

  • Síntomas somáticos de la depresión

Más de la mitad de los pacientes que padecen depresión sólo comunica síntomas somáticos, como dolor de espalda, mareos, malestar gástrico, cansancio, insomnio, rechazo a la comida, fatiga, palpitaciones, pérdida de interés sexual, etc.

Cuando estos síntomas se alargan sin que ningún tratamiento médico los calme, hay que deducir que su origen no es orgánico y están encubriendo un cuadro depresivo.

 

¿QUÉ VERDAD NOS MUESTRA UN SUJETO DEPRIMIDO?

Los límites entre la salud y la enfermedad quedan definidos por factores cuantitativos. La inhibición psíquica con empobrecimiento pulsional que sufre el melancólico, provoca dolor. Siempre que se produce una disolución de asociaciones surge un dolor.

Las acusaciones de las que se hace objeto el melancólico, en algún lugar deben ser verdaderas. En algunas de dichas acusaciones, percibe la verdad más claramente que otros sujetos no melancólicos. Cuando se describe como un hombre pequeño, egoísta, deshonesto y carente de ideas propias, preocupado siempre en ocultar sus debilidades, se aproxima al conocimiento de sí mismo, pero no es necesario enfermar para llegar estas verdades. Quien llega a tal valoración de sí mismo y la manifiesta públicamente está enfermo.

En el sujeto deprimido observamos el deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos, como si en ese rebajamiento encontrara una satisfacción.

 

¿A QUIÉN ACUSA Y DE QUÉ LO ACUSA EL DEPRIMIDO?

Hemos dicho que el paciente deprimido ha sufrido una pérdida, observamos que por sus manifestaciones la pérdida ha tenido efecto en su propio yo. Es como si una parte del yo se situara enfrente de la otra y la valorara críticamente, como si la tomara como objeto. Esta instancia crítica se denomina conciencia moral.

Debemos resaltar, en el cuadro depresivo, el descontento por el propio yo, desde el punto de vista moral, sobre todas las demás críticas posibles. La deformidad, la fealdad, la debilidad y la inferioridad social no son objeto de valoración para el paciente, pero sí lo son la pobreza o la ruina, que se ponen de manifiesto como afirmaciones o temores, preferentemente.

Pero si observamos más concretamente las autoacusaciones del melancólico nos damos cuenta que las acusaciones son poco adecuadas a la personalidad del sujeto, pero pueden adaptarse a otra persona a la que el enfermo ama, ha amado o debía amar.

Los reproches van dirigidos a otra persona, a un objeto erótico, el objeto perdido, y han sido vueltos contra su propio yo. Es decir, sus lamentos son quejas. No se avergüenzan ni se ocultan, porque todo lo malo que dicen de sí mismos se refiere a otras personas.

 

¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE PARA QUE SE INSTALE LA DEPRESIÓN?

La reconstrucción del proceso es la siguiente:

Lo primero que se produce es una elección de objeto, o sea, un enlace libidinal a una persona determinada. Debido a una ofensa real o un desengaño de la persona amada, surge una conmoción de la relación objetal, pero el sujeto no sigue el camino normal, sustrayendo la libido al objeto y desplazándola a otro nuevo, sino que sigue otro camino distinto.

La carga de objeto sin resistencia queda abandonada, pero la libido libre no busca otro objeto, sino que se retrae al yo, donde se produce una identificación del yo con el objeto abandonado.

La sombra del objeto cayó así sobre el yo. El yo es juzgado, desde este momento, como si fuera el objeto perdido. Por este mecanismo, se transforma la pérdida de objeto en pérdida del yo.

 

LA HOSTILIDAD DEL MELANCÓLICO, UNA TENDENCIA AL SUICIDIO.

Cuando el amor al objeto se refugia en la identificación narcisista, recae el odio sobre el objeto sustitutivo, calumniándolo, humillándolo, haciéndole sufrir y encontrando en este sufrimiento una satisfacción sádica.

El tormento, placentero para el melancólico, significa que las tendencias sádicas y de odio infringidas hacia el objeto han sido orientadas hacia el propio yo del sujeto. Consigue, a través de la enfermedad, su venganza de hacia el objeto y, además, atormentar a los que ama, refugiándose en ella para no tener que mostrar directamente su hostilidad.

La carga erótica del melancólico hacia el objeto experimenta un doble destino. Una parte de ella retrocede hasta la identificación y otra, bajo el influjo de la ambivalencia, hasta la fase sádica.

La regresión a la fase sádica es lo que da explicación a la tendencia al suicidio, tendencia que hace tan interesante y peligrosa la depresión.

El análisis de la melancolía nos muestra que el yo no puede darse muerte sino cuando el retorno de la carga de objeto le hace posible tratarse a sí mismo como un objeto, cuando dirige contra sí mismo la hostilidad que tiene hacia el objeto, hostilidad que representa la reacción primitiva del yo contra los objetos del mundo exterior.

Decimos que “el suicida es un asesino tímido”, es decir, que no se mata a sí mismo, sino al objeto perdido que ha ocupado el lugar del yo.

 

MELANCOLÍA Y MANÍA

Algo singular de la depresión es su tendencia a transformarse en manía. En muchos casos ambas fases se alternan, aunque no es condición sine qua non. El contenido de la manía es idéntico al de la melancolía.

La manía se caracteriza por un alegre estado de ánimo, por los signos de descarga de alegría y por una intensa disposición a la actividad, es la antítesis de la depresión o inhibición, propias de la melancolía.

En la manía, el yo ignora nuevamente qué o sobre qué ha triunfado. El maníaco nos muestra su liberación del objeto que le hizo sufrir, emprendiendo con hambre voraz nuevas cargas de objeto.

 

TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO DE LA DEPRESIÓN

El tratamiento psicoanalítico ofrece al paciente depresivo la posibilidad de salir de la enfermedad que lo aprisiona.

Hemos dicho que ha sufrido una pérdida de objeto, pero que no sabe lo que con ese objeto ha perdido realmente. Y que el objeto ha ocupado el lugar del yo, atrayendo hacia sí toda la atención del sujeto, impidiendo de esa manera la relación con la realidad.

Liberar esa carga libidinal aferrada al objeto perdido es recuperar la ilusión por las cosas, por la gente, por la vida.

Con la terapia psicoanalítica, el mundo vuelve a aparecer para el paciente.