Las crisis en la pareja

Las crisis en la pareja

 

Una pareja es una relación de dos personas que acuerdan vivir juntas, compartiendo una relación amorosa que implica un profundo cambio en su modo de vida.

En toda relación de pareja es necesario que ambos miembros tengan el espacio necesario para realizar sus aspiraciones personales, colmar sus necesidades afectivas y desarrollar sus capacidades en ese proyecto en común.

Las relaciones de pareja están en constante evolución, han de surgir nuevas inquietudes, nuevos proyectos, cambios que ambas partes tienen que aprender a tolerar para que no se produzcan detenciones, estancamientos afectivos que generen falta de comunicación, conflictos, peleas, e incluso, en algunos casos falta de deseo, impotencia, frigidez.

En ese proceso de ajuste, podríamos decir, a veces hay problemas que pueden derivar en una crisis de pareja. Cuando esto ocurre, una terapia de pareja es el mejor camino para restablecer el equilibrio y superar la crisis.

 

DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR

Hay un momento de la relación donde la pareja comienza a ser algo más estable, dejamos de sentir las llamadas maripositas en el estómago, este momento es necesario en cualquier pareja y debemos aprender a gestionarlo.

Esto significa que la primera etapa, la etapa de enamoramiento tiene que dar paso al amor. El amor es la base de cualquier relación, pero para que se mantenga en el tiempo debemos trabajar para él.

Estar enamorado no es exactamente amar a alguien. El enamoramiento es un estado casi hipnótico donde lo que se produce es una idealización de la otra persona.

¿Qué sucede cuando nos enamoramos de alguien? Todos tenemos una energía psíquica, que en psicoanálisis se llama libido, es la energía sexual. Con ella rodeamos al objeto amoroso, a la persona de la que nos enamoramos. Por eso llama nuestra atención.

Lo que envolvemos del otro parte de nosotros y vuelve a nosotros. No elegimos a cualquier persona, elegimos a alguien que, de alguna forma, algo tiene que ver con nosotros o con lo que nosotros desearíamos ser o poseer psíquicamente o materialmente o lo que fuimos en el pasado. Esa elección es inconsciente.

Hay una sobreestimación del objeto amoroso, al cual atribuimos cualidades magníficas que puede o no tener en realidad. Se produce un empobrecimiento del yo en favor de esa persona, puesto que le cedo una parte de mi yo.

El enamoramiento siempre tiene un fin sexual, es decir, tenemos necesidades sexuales y, en el fondo, para eso nos emparejamos.

Es necesario hacer el pasaje del enamoramiento al amor en esa relación de pareja, y es el momento en el que muchas parejas se rompen, puesto que no estamos dispuestos a ver al otro tal cual es, sin todas esas atribuciones que le habíamos puesto. Hay que establecer pactos de convivencia con esa persona para que el amor perdure.

 

A QUÉ LLAMAMOS CRISIS DE PAREJA

Una crisis es un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que éstos son apreciados. A veces puede derivar en una situación complicada o difícil. En las crisis de pareja se ponen en juego muchos factores que, si no están bien engrasados, pueden deteriorar seriamente la calidad de vida.

Es importante señalar que una crisis de pareja puede convertirse en un momento de cambio que renueve la relación. Un punto de inflexión para tomar conciencia de la realidad y modificar los resortes necesarios que construyan una pareja sana.

Aunque a veces sucede lo contrario en muchas relaciones: dos personas se enamoran y, pasado un tiempo, creen que ya está todo hecho, que la otra persona es mi novia, mi novio, mi mujer, mi marido.

Cuando creemos que el otro es nuestro, estamos empezando a crear una relación que perderá progresivamente su encanto. La “química”, como solemos escuchar, disminuye y podemos empezar a descuidarnos: engordo, no me arreglo, descuido la higiene, dejo de salir con amigos, trabajo lo mínimo.

Es como si la relación, la pareja, hubiera ocupado el lugar preferente, convirtiéndose en el único motivo de la vida. Ese peso con el que cargamos a la relación hace que la relación deje de funcionar.

Comienza la exigencia, el malhumor, la demanda exagerada, incluso surgen celos, que nos llevan a convertirnos en detectives privados de todo lo que hace el otro. Esta situación es consecuencia de que yo he dejado de hacer las cosas que sostenían mi vida y que me hacían sentir bien y feliz.

 

SÍNTOMAS DE LAS CRISIS DE PAREJA

Los síntomas de una crisis de pareja pueden confundirse con las causas de la misma, y abarcan un amplio espectro: falta de interés en la relación, falta de confianza, vida sexual insatisfactoria, celos, envidias, etc.

Es decir, todo aquello que nos haga sentir mal en la pareja puede indicar el comienzo de una crisis.

 

CAUSAS DE LAS CRISIS DE PAREJA

“Él o ella es mi media naranja”

Algunas crisis de pareja se producen por el aislamiento que genera la idea de que ella y él se complementan perfectamente, de que se desean el uno al otro y no necesitan nada más para ser felices.

Eso mata el deseo, es un círculo cerrado que ahoga la relación, porque el deseo tiene que estar en movimiento, en circulación. Cada uno desea unas cosas y eso alimenta el deseo en la relación de pareja. No significa hacer más actividades con tu pareja, sino que el deseo de ambos esté vivo, alimentado y eso implica abrirse al mundo.

El amor es una fuente de autoestima inagotable que alimenta todas las facetas de la vida, pero si renunciamos a nuestra vida por el amor, el amor se vuelve en contra dejando que florezca el odio por la pareja. Entonces empiezan los reproches: es que no me quieres porque no dejas de quedar con tus amigos como yo he hecho por ti; es que tu trabajo es lo primero, cada vez llegas más tarde y casi no podemos estar juntos; es que estás todo el día pendiente del móvil.

He dejado de ser la persona de la cual se enamoró mi pareja.

Realmente lo que sucede es que somos nosotros los que hemos abandonado a los amigos, el deporte, las actividades de ocio, porque tenemos una concepción del amor obsoleta. Creemos que para tener una pareja hay que entregarse, hay que renunciar, hay que colocarlo en el centro de nuestra vida. Todas estas situaciones van a provocar conflictos interminables, y contribuyen a que el deseo desaparezca.

En los casos más graves podemos llegar a la venganza, renuncio a realizar mis deseos por ti y, tarde o temprano, te lo haré pagar.

“Es que ya no es el mismo o la misma de antes…”

¿Cómo va a ser uno el mismo toda la vida? Ni de un día para otro se es el mismo. Si ni siquiera uno mismo se conoce, lo que quería ayer hoy ya se ha olvidado. ¿Cómo la pareja va a adivinar lo que el otro piensa, si el pensamiento está en constante transformación?

Es imposible, si no se pone en palabras, el otro no es adivino. Y como no es adivino, ya no me vale, porque no es el dios del universo que yo pensaba que era cuando empecé la relación. No es mi yo ideal, mi holograma. Es otra persona distinta, y eso es el nódulo de muchos problemas de pareja.

En la negación o extrañeza ante el cambio del otro hay un factor neurótico, una detención, como si se quisiera parar el tiempo. Es la no aceptación de que nos hacemos mayores, de que vamos creciendo, cambiamos, que nos acercamos a nuestro propio final. Hay que aceptar que ese final existe, para poder vivir plenamente.

 

Cuando vienen los hijos

Muchas parejas pueden tener problemas ante un acontecimiento tan importante para su relación. La terapia de pareja es un instrumento muy eficaz en estos casos.

Hay hombres que pierden el deseo sexual en el momento que la mujer se queda embarazada. Como ella va a ser madre, la pone en posición de madre y él no puede, porque la palabra madre la tiene muy pegada a su propia madre. Entonces ¿cómo va a tener relaciones sexuales con su mujer, cuando es una madre? Para él, en este caso, es su madre.

Hay mujeres que, al quedarse embarazadas o cuando tienen el niño, caen en la ilusión de que ya “tienen” eso que anhelaban, el niño cubre una falta en ella. Siente que ya ha tenido a su hijo y eso la completa. Entonces pierde el deseo por el marido. Él fue un medio para conseguir el fin, que era tener el hijo, que es el falo de ella. Ahí él deja de tener importancia para ella.

 

Falta de confianza

Algunas crisis de pareja tienen su origen en una falsa idea de confianza. A veces se cree que es contarle minuto a minuto lo que hice durante el día o todas las conversaciones que tuve o, incluso, darle las claves del ordenador o el móvil. Es agotador, es como rendir examen todos los días.

Confianza es poder tener una relación con la otra persona, respetando lo que el otro hace, su vida, lo que yo hago, mi vida, mi intimidad, su intimidad, dejando que el otro me entregue lo que él quiera.

“¡Es que los celos me matan!”

Los celos son un sentimiento del ser humano que se produce por primera vez en un momento temprano de la construcción del aparato psíquico y esto hace que no se puedan evitar, porque son parte de la vida psíquica de todas las personas.

Los celos, cuando no se reconocen, se padecen, te manejan. Entonces acaban llevándote por caminos de todo tipo, algunos muy dramáticos: desde una pequeña escena de celos hasta un asesinato.

Hay un hecho curioso: Mi pareja tiene cuarenta relaciones con cuarenta mujeres y solamente me dan celos dos, ¿por qué? Porque los celos son como una señal donde, si destapamos, si nos animamos a asociar libremente y a trabajarlos en análisis, vamos a descubrir que son encubridores de un deseo.

El ser humano desea deseos. Por ejemplo, yo tengo un deseo sexual por alguien y, como no lo tolero, aparecen los celos, hago sintomáticos mis celos y, apuntándole la persona por la que siento celos, contagio a mi mujer o a mi marido ese deseo por esa persona.

El celoso se aísla de la situación. Hay veces que nos sentimos excluidos, y el sentimiento de exclusión tiene que ver con los celos. Cada vez que me siento excluido de una escena, de un proyecto, de un encuentro, es porque hay celos.

En función de cómo se gestionen los celos, las respuestas pueden variar desde la aceptación y la transformación personal, hasta la destrucción de la relación de pareja.

 

Problemas en las relaciones sexuales

No hace falta ir muy lejos para escuchar que la falta de deseo está en boca de muchas personas: “he perdido el deseo”, “ya no le deseo”, “ya no la deseo”. Es como si se pensara que el deseo está en algún lugar.

¿Qué sucede cuando parece que el deseo se ha acabado, ya sea el deseo por la pareja, el deseo por la vida, por una afición, por salir con los amigos o el, tan ansiado, deseo sexual? ¿El deseo se puede acabar?

En las relaciones de pareja tiene que haber una línea que nos une al otro, que está relacionada, por un lado, con la ternura y, por otro lado, con el deseo sexual. Tienen que existir ambos extremos para que haya una buena relación.

El problema surge cuando deseamos a la pareja, pero no la amamos, o al revés, amamos a la pareja, pero no la deseamos, que suele ser lo más habitual.

Es muy importante la comunicación para mantener el deseo, pero cuando hay constantemente peleas y sentimientos adversos hacia el otro, el deseo sexual se desplaza porque está puesto en pelear. Es un disfraz de lo sexual. Hay peleas que son como polvos. Luego están dos días sin hablarse para recuperarse del goce, del goce patológico, porque después les produce malestar, les produce culpa, se maltratan.

La desaparición del deseo sexual por alguien concreto, por la pareja, es también una forma de hablar, algo quiero decir, aunque no sepa cómo hacerlo: “no me estás tratando bien, te has dejado, no te cuidas, etc.”

Si pierdes el deseo sexual por tu pareja, tu pareja no está trabajando para su deseo y a lo mejor tú tampoco estás trabajando para el tuyo. Porque si tú estás trabajando para tu deseo, ya se van a encontrar los dos deseos.

Para superar una crisis es necesario cuidar el propio deseo, pues es la única manera de mantener vivo el deseo de la pareja. Los que se desean son los deseos, no las personas.

 

Falta de comunicación

Hasta el 80% de las parejas que llegan a la consulta lo hacen por problemas de comunicación. No saben de qué hablar y hace tiempo que no hablan, que no se escuchan.

Tenemos una idea de la relación de pareja como que hay que ser uno, iguales. Cuanto más nos parezcamos, más aficiones comunes tengamos, cuanto más de acuerdo estemos, mejor.

Ya hemos dicho que hablar con la pareja no es llegar y contarle todo lo que se ha hecho en el día, con quién se ha hablado, con quién fantasea, etc. Eso, a veces, es un obstáculo para el buen funcionamiento de la relación.

Normalmente, los seres humanos, en general, no queremos saber nada de nuestras propias miserias: pensamientos, fantasías, deseos… Empezar a hablar con la pareja implica poder llegar a descubrir esas cosas propias de las que no quisiera saber.

En estos casos, es muy importante la terapia de pareja, porque cuando hay conversación, hay transformación.

 

CÓMO AYUDA LA TERAPIA PSICOANALÍTICA

A lo largo del proceso terapéutico, el psicoanálisis ayuda a salir de uno mismo, a salir de la realidad psíquica para acceder a la realidad material. Ayuda a salir del principio de placer, esa zona de inmovilidad a la que se refiere todo el mundo cuando dice: “tengo que salir de mi zona de confort”.

Frente a las adversidades de la vida real, que son muchas, uno tiende a esconderse en ese lugar, el principio del placer y realizar su deseo, pero fantaseando: “que me lo haga otro, o sea, que me lo haga mamá”. Y esto a veces lo hacemos con los amigos, los familiares y con la propia pareja.

Es necesario construir una ley que regule la relación. Someterse a una ley nos libera. Para el sujeto psíquico es la ley de castración: hay cosas que están prohibidas para todo sujeto. Todo lo que nos cuesta un poco de trabajo, todo lo que nos inquieta un poco, todo lo que nos provoca cierta incertidumbre, hay que ir por ello. Es crecimiento, superación y, además, provoca mucha satisfacción.

El deseo, cuando no está puesto en palabras, también es sintomático. Es el deseo sexual infantil reprimido, pero que pulsa por repetir, que quiere expresarse y, como no encuentra una vía a través del trabajo, porque todavía no hemos trabajado el deseo, ese deseo sexual infantil reprimido se expresa como puede, de una manera disfrazada. Engaña a la conciencia disfrazándose de síntoma, de enfermedad, de silencio…

Es como los niños que se expresan como pueden hasta que acceden al lenguaje. Hasta que el paciente no llega al lenguaje, no puede expresar lo que le sucede, entonces no puede ser interpretado por el psicoanalista.

Por eso es muy importante que en el proceso terapéutico estén ambos integrantes de la pareja, para que aprendan a hablar entre ellos, a conversar y a darse cuenta de cuáles son los lugares que hay que modificar para superar la crisis.

Llevar a cabo una terapia de pareja es una inversión de futuro, es invertir en autoconocimiento y autotransformación. Es la posibilidad de dejar de ser lo que creemos que somos. Hay que construir algo distinto y tolerar la angustia, porque ante lo desconocido siempre va a haber angustia. Si la toleramos, podremos hacer esa transformación que nos propone el psicoanálisis.

Son muchas las parejas que pasan por crisis de todo tipo, indudablemente si usted se ve reflejando en algunas de las cuestiones que hemos contado, contacte con nosotros, sabemos cómo ayudarle.