Homosexualidad, Bisexualidad y Heterosexualidad

Hoy día hay una terminología muy amplia para referirse a la diversidad sexual y la identidad sexual. En este artículo vamos a centrarnos en los tres conceptos clásicos relativos al comportamiento sexual del ser humano.

¿QUÉ ENTENDEMOS POR HOMOSEXUALIDAD, BISEXUALIDAD Y HETEROSEXUALIDAD?

 

Normalmente se define la homosexualidad como la atracción sexual o romántica hacia las personas del mismo sexo. Esta orientación sexual se da tanto en hombres como en mujeres.

Bisexualidad se refiere a todas aquellas personas que pueden sentir atracción, ya sea física, sexual, emocional o afectiva hacia hombres y mujeres. Puede ser en la misma medida o haber más atracción hacia un género u otro.

Heterosexualidad es la atracción física, emocional y sexual hacia personas del género contrario, exclusivamente.

Pero sabemos que el ser humano no encaja al cien por cien en las definiciones. Por ejemplo: hay personas que se definen como homosexuales, aunque no hayan tenido nunca relaciones genitales con sujetos de su mismo sexo. Pero también existe el extremo opuesto: personas que sí han mantenido relaciones con otros de su mismo género, pero que se sienten heterosexuales.

 

UN POCO DE HISTORIA

 

La homosexualidad ha estado siempre presente en las distintas culturas a lo largo de la historia. La primera acepción del término aparece a finales del siglo XIX, en la Enciclopedia de filosofía de Stanford.

Sin embargo, las relaciones entre personas del mismo sexo se remontan a la Antigua Grecia, época en la que no era raro que los hombres mantuviesen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. No estaban mal vistas, pues para los griegos lo que importaba era el status social de su pareja, no su género.

Más tarde, a principios del siglo XX, fue cuando se empezó a utilizar la palabra heterosexualidad, hasta entonces no existía un término para denominar la atracción y relaciones entre hombres y mujeres.

 

¿QUÉ OCURRE A NIVEL PSÍQUICO?

 

-Bisexualidad psíquica

Tendríamos que partir de la base de que todos tenemos tendencias bisexuales; podemos tener deseos tanto por hombres como por mujeres. Tolerar eso nos alivia de muchos pesos, porque cuando uno no tolera sus propios deseos, se generan conflictos psíquicos que pueden provocar trastornos, incluso orgánicos.

Además, todo individuo, sea hombre o mujer, se compone de elementos masculinos y femeninos. La feminidad se expresa en deseos caracterizados por la pasividad, como la necesidad de ser amado, y también en la inclinación a someterse a otros. Por el contrario, la posición masculina se caracteriza por la actividad, como amar y obtener poder sobre otros hombres, controlar el mundo exterior y alterarlo de acuerdo con los propios deseos. Es decir, que asociamos masculinidad con actividad y femineidad con pasividad.

 

-El complejo de Edipo

Estas posiciones psíquicas tienen su origen en la primera infancia del sujeto, y el proceso sería de esta manera:

Los primeros objetos amorosos que encuentra el niño son su padre y su madre. Al principio, las relaciones con ellos son de naturaleza pasiva: el niño es cuidado y acariciado, guiado por las órdenes de los padres. La libido del niño se descarga en estas relaciones pasivas. Luego se va a observar una reacción por su parte, quiere dar a sus padres lo que ha recibido, volverse activo hacia ellos.

Desde ese momento existen cuatro salidas para su libido: la pasividad hacia el padre y la madre y la actividad hacia ellos. De esta situación surge el complejo de Edipo. De esta forma se constituyen en nosotros todas las posibilidades de gozar. Se puede amar tanto a un hombre como a una mujer, pues los primeros objetos amorosos del niño son la madre y el padre.

En el amor lo que ocurre es que hay una energía libidinal, sexual, en cada uno, que parte del sujeto, envuelve al objeto exterior y vuelve al propio sujeto. Así, el objeto queda envuelto por la libido, por eso se ama.

La constitución psíquica es bisexual para todo ser humano. Da igual cuál sea el sexo genital del objeto amoroso, es el propio sujeto el que puede amar tanto a un hombre como a una mujer. Puede poner su energía libidinal alrededor de un hombre o de una mujer.

 

-Las cuatro posiciones psíquicas del sujeto

Hemos dicho que las cuatro posiciones psíquicas son: pasiva y activa hacia la madre y pasiva y activa hacia el padre.

El niño ve que es amado por el padre, que el padre también hace cosas por él. A pesar de que el niño al principio no ve al padre y, si lo viera, lo eliminaría de la escena porque le aparta de la madre, es un rival por el amor de la madre, se da cuenta de que el padre hace algo por él, le quiere, le cuida. Se da cuenta de que es amado por el padre y él pasa también a amarle de manera activa.

Son cuestiones fundamentales que tienen que producirse en todo ser humano. Cuando una de esas posiciones frente al padre o la madre no es posible, podemos encontrar trastornos del desarrollo psicosexual tradicional. La normalidad no depende de con quién nos acostemos.

Poder todas esas posiciones, eso es la salud. Si uno no ha podido adoptar una posición pasiva frente al padre, le va a ser muy costoso adoptar esa posición frente a un jefe. El jefe es un subrogado del padre, como el juez o el policía. Una autoridad que impone una ley, porque el primero que impuso una ley fue el padre.

En los matrimonios homosexuales se ve cómo sus miembros se comportan como un hombre y una mujer con respecto a la especie, como si replicasen el matrimonio heterosexual. Son posiciones psíquicas, existe una posición activa y una pasiva. Va cambiando, pero es así. Hay uno que tiene una tendencia más masculina y uno que tiene una tendencia más femenina.

La sexualidad es más amplia que la genitalidad. Tenemos relaciones homosexuales coartadas en su fin todo el día. Las relaciones de amistad también están unidas por un deseo sexual, pero están coartadas en el fin sexual.

Si a veces parece que la bisexualidad es una gran desgracia y la fuente de problemas sin fin, hay que recordar que sin ella la sociedad humana no podría existir en absoluto. Si el hombre hubiera sido exclusivamente actividad agresiva y la mujer pasividad, la raza humana hubiera dejado de existir antes de la historia, ya que los hombres se hubieran asesinado mutuamente hasta el último.

 

-Homosexualidad y heterosexualidad respecto a la ley

La homosexualidad, para el psicoanálisis, es no tolerar la diferencia sexual y relacionarse con el objeto sexual queriendo fijarlo. Cada vez que petrifico al objeto soy homosexual (aunque se trate de un hombre y una mujer). Para el psicoanálisis, homosexual es alguien que no está afirmado, que está fuera de la Ley del padre, que cree que la existencia se la puede dar él mismo. Las relaciones exclusivamente monogámicas, según esta concepción del psicoanálisis, son relaciones homosexuales. Es una forma de fijar el objeto, son modos de paralizar el crecimiento de lo humano.

La homosexualidad viene dada por un repudio de la diferencia sexual, porque ésta implica la mortalidad. Hay personas que ponen en riesgo su salud o su vida. Son inmortales. Es una no aceptación de la diferencia sexual, de la mortalidad.

Heterosexualidad, por el contrario, es aceptar la mortalidad, ser castrado. Eso es aceptar la ley, porque la única verdad es la verdad de castración. Es decir, un ser humano proveniente de macho y hembra mortales.

Cuanto más toleremos nuestros deseos, mejor nos va a ir. La heterosexualidad es lo más complejo porque es amar la diferencia, es tolerar las diferencias y poder relacionarnos con personas diferentes a nosotros. Es difícil, porque toda diferencia nos hace mortales. Provenimos de padre y madre, de dos seres diferentes y eso nos indica que, algún día, vamos a morir. La mortalidad es lo que más nos cuesta, aunque parezca fácil. Asumirse como un ser mortal que tiene que cuidarse, porque la vida hay que cuidarla, no es tan sencillo.

La heterosexualidad también está ligada a la especie, a la perpetuación de la raza humana. Lo normal es que se continúe la especie humana.

 

-La constitución de la sexualidad

La sexualidad de cualquier persona se constituye en dos etapas: hay una primera sexualidad infantil y luego hay una segunda sexualidad en la pubertad, y entre medias hay un periodo de latencia. En la sexualidad infantil, se constituyen dos significantes importantes en el psiquismo, que son padre y madre. Son los significantes que van a permanecer hasta que, en la metamorfosis de la pubertad, entran en juego otros dos significantes, que son hombre y mujer. Ya no es sólo papá y mamá, también hay hombres y mujeres.

Madre o padre son funciones, no tienen que ver con la biología. Es decir, quien cubre las necesidades del bebé es la madre; quien viene a poner los límites, ése es el padre.

En esta constitución sexual completa es donde se va a ir definiendo la sexualidad. Según cómo hemos ido aceptando cada uno de los significantes y cómo nos hemos ido posicionando frente a ellos, vamos a adoptar una posición sexual, genital también, que va a determinar nuestra sexualidad adulta. Va a determinar la elección de objeto amoroso.

 

¿CUÁNDO CONSULTAR A UN PSICOANALISTA?

Al hablar de identidad sexual se pueden dar dos situaciones: que la persona disfrute o que sufra con sus tendencias sexuales. Es importante acudir a terapia psicoanalítica siempre que la orientación sexual suponga un problema para el sujeto.

Hay que diferenciar entre la sexualidad manifiesta, que se lleva al plano genital, y la homosexualidad y bisexualidad psíquica o inconsciente, que puede estar en la base de trastornos neuróticos. Esa homosexualidad psíquica quizá no se manifieste en una elección de pareja homosexual, pero produce un conflicto en la persona y la lleva a enfermar.

Se ha visto en casos clínicos de personas que sufren con sus tendencias sexuales, que no toleran bien sus deseos sexuales. Por ejemplo, en la homosexualidad masculina, en donde había una ligazón muy fuerte con la madre. Hombres que pasaron hasta la adolescencia muy ligados a la madre. El padre no había tenido entrada en ese idilio con la madre.

Cuando llegaba el momento de renunciar a la madre para buscar otras mujeres en el mundo, en vez de hacer eso, se identificaban con la madre. Y buscaban en la realidad un ser masculino parecido a él para amarse a sí mismo. Hay una cuestión narcisista también: me identifico con mi madre, yo soy mi madre, y busco en la realidad un chico como yo.

Es decir, la perversión llega a lo sexual, en el sentido de que conozco la ley, pero me la salto, eso es lo que hace el perverso. La libertad tiene que ver con aceptar la ley. Si aceptamos la ley, podemos ser libres.

A veces, la actitud de rebeldía se establece cuando el sujeto tiene que tomar una actitud pasiva frente al padre y se produce una hipermasculinidad, personas que temen feminizarse al adoptar la posición pasiva o, al contrario, adoptan una posición homosexual transformando el odio en amor. Buscan en otros hombres al padre. O se identifican con el padre y buscan en otros hombres un muchacho joven, que es él.

Es una equivocación reprimir la sexualidad. Cuando uno reprime la sexualidad, reprime toda su vida. Reprime el pensamiento. Hay mujeres a las que les pasa: al reprimir su sexualidad en determinada etapa de su vida, se vuelven inútiles. Para no pensar en lo sexual reprimen todo su pensamiento. Porque lo sexual está siempre, en todo está lo sexual.

Por otro lado, existe el temor a ser homosexual, a ser bisexual, respecto a los propios deseos. Tengo deseos por una persona del mismo sexo y aparece el temor, que es encubridor de un deseo. Cuando me planteo qué pensará mi familia, es porque yo me lo estoy cuestionando. Tengo deseos homosexuales, pero no los tolero del todo.

En el terreno de lo patológico: la manía persecutoria, la paranoia, son producidas por un deseo homosexual que tiene el sujeto, pero tiene tal grado de represión que, por un complejo mecanismo psíquico, transforma el amor hacia esa persona en odio. Y, dándole una vuelta más, ahora siente que esa persona le persigue.

En el homosexual pasa al revés: el deseo hostil hacia el padre queda transformado en lo contrario, es decir, ahora lo ama. Ama a un sustituto del padre. Como no tolera sentir hostilidad hacia el padre, lo transforma en lo contrario y ahora ama a todos los hombres.

Cualquier exageración en el amor o en el odio nos está hablando de algo patológico, y nos indica que lo contrario está reprimido.

Nada de esto es correcto ni incorrecto, es como funciona el aparato psíquico. No hace falta ni que te pegue tu padre para odiarlo. Siempre hay una hostilidad en todos hacia el padre, un primer odio al padre, pero depende de lo que hace cada uno con ello, cómo se las arregla con renunciar a ese odio, a esa hostilidad al padre. En todos tiene que producirse la conversión en lo contrario, pasar de odiar a amar al padre. A las mujeres les pasa también, no pueden encontrar a otro hombre porque permanecen ligadas a la figura paterna.

El psicoanálisis ayuda al sujeto a resolver todas estas cuestiones cuando, de alguna manera, lo mantienen sumido en la confusión y el sufrimiento. Es un método eficaz para normalizar la propia vida y recuperar la alegría.