En España, los trastornos del lenguaje afectan al 7% de la población infantil, alterando su desarrollo intelectual y social. La medicina tradicional, generalmente, busca causas orgánicas para este tipo de cuestiones, pero en la mayoría de casos el origen tiene que ver con cuestiones psíquicas.
Un ejemplo es que las limitaciones derivadas de la pandemia de COVID-19 han alterado las interacciones sociales tempranas de los niños y niñas nacidos durante la pandemia, afectando a su desarrollo del lenguaje.
LA IMPORTANCIA DE HABLAR
Cuando al principio Freud intentaba encontrar lo psíquico en la base biológica del cerebro, en las neuronas, llegó a un punto en que se dio cuenta de que era imposible. Lo psíquico tiene otras leyes, que son las del lenguaje. No es material, pero tiene materialidad, tiene efectos materiales en la realidad.
Por ejemplo, utilizar una frase en un determinado grupo tiene unos efectos, diferentes a si se utiliza otra frase diferente. El poder que tiene la palabra puede hacer a una persona la más feliz o la más desdichada del mundo. Un orador puede conseguir que un gran grupo le siga, a través del lenguaje.
Hablar también marca las propias limitaciones, en el sentido de que sirve para pedir ayuda, e implica la existencia de otros hablantes. Y eso precisamente, rodearme de otros seres hablantes es lo que me va a ayudar a acceder al lenguaje. El lenguaje viene por los otros.
Precisamente por eso es tan importante el lenguaje y por eso el psicoanálisis es tan poderoso, porque es todo a través del lenguaje. El inconsciente está estructurado como lenguaje.
Ahora vamos a entrar en el tema de cuando el niño no habla, vamos a ver que tiene relación con ese acceso a la ley humana, porque el lenguaje es el que impone la ley humana.
Es el tránsito del cachorrito animal, que es el niño cuando todavía no habla, al cachorrito humano, un sujeto humano. En esa máquina que llamamos complejo de Edipo pasan una serie de cosas que son las que nos hacen constituirnos como hablantes.
EL ACCESO AL LENGUAJE
El niño, cuando llega al mundo, está indefenso, llega prematuro, no ve, la termorregulación corporal no la tiene desarrollada, el sistema inmunológico tarda 6 meses en comenzar a funcionar… Es decir, todavía no tiene totalmente desarrollados todos los mecanismos orgánicos y psíquicos y los tiene que ir construyendo. Tiene que acceder al mundo.
Si no existe una madre, o alguien que haga esa función, que lo proteja, que lo cuide, que le de comer, el niño no sobrevive. Además de todo eso, cuando consigue regular las cuestiones orgánicas, tiene que hacer uno de los pasos más importantes e imprescindibles: acceder al lenguaje.
Eso es precisamente lo que nos diferencia de los animales, que nosotros hablamos. Podemos decir que el ser humano es un animal que habla, y eso nos hace tan sutiles y especiales que la adquisición del lenguaje nos lleva a una división, a la conformación del aparato psíquico. Tenemos psiquismo porque hablamos y hablamos porque tenemos psiquismo.
Los animales se comunican, pero no pueden acceder al lenguaje, a la palabra, a lo que nos diferencia precisamente de ellos. Esto implica ventajas, pero también inconvenientes.
El acceso al lenguaje es lo más traumático para el ser humano. Porque, al hacernos acceder al mundo del goce, también nos hace entrar en un mundo donde sabemos, aunque sea inconscientemente, que tenemos un límite, que no somos inmortales, que somos seres incompletos. Siempre nos va a faltar algo: la inmortalidad.
Y esto es así porque provenimos de un padre y de una madre, que necesitaron el uno del otro, a nivel sexual, para poder producir un ser humano. Porque sin un macho y una hembra, la especie humana no se podría reproducir. Siempre hace falta la intervención de un espermatozoide y de un óvulo, así que siempre hay hombre y mujer.
Las funciones que siempre van a ser necesarias, padre y madre, las pueden ocupar diferentes personas. Siempre va a haber, sea del género que sea, padre y madre frente a un niño.
Nacemos ya en un mundo hecho de palabras. Cuando nacemos ya nos están esperando, hasta tienen un nombre para nosotros. Además, todas las frases que se dicen cuando el nene está en la pancita: “¡ay, qué patadita! éste va a ser futbolista”, etc. Da igual lo que se diga, pero ya lo estamos incluyendo en el lenguaje.
El niño nace con frases, que tampoco son determinantes, porque precisamente el psicoanálisis lo que nos viene a traer es que se puede cambiar una frase en la estructura inconsciente, y eso es lo que produce la modificación en la realidad del sujeto.
LA FUNCIÓN MADRE
En un principio el nene, como hemos dicho, nace indefenso, prematuro, y requiere los cuidados de la función madre (que no tiene por qué ser la madre biológica) pero sí que va a ocupar la función madre para ese niño, para la creación de ese sujeto. Le da cuidados, le da alimentos, le da calor, lo acuna para que saque gases, para que él pueda poner en funcionamiento toda la maquinaria. Necesita su contacto, piel con piel, que le va dando cuerpo.
Este periodo donde el niño se va construyendo es totalmente idílico, porque al nene no le hace falta nada más que decir “bua” y la madre lo alimenta, le cambia el pañal, o lo que sea. Y de repente en este idilio maravilloso, es como que están pegados, son uno.
El niño no diferencia todavía que él es un ser independiente de la madre. Son uno, no hay niño y no hay madre. Se llama célula narcisística.
Todos hemos escuchado frases como: “es que no necesito hablar, mi madre ya sabe lo que me pasa”, “mi madre es la que mejor me conoce”, “te conozco como tu madre”.
Hay muchas madres que están preocupadas antes de que nazca el niño: “¿Sabré identificar lo que le pasa?” Y es una preocupación injustificada, porque cuando el niño nace, la función madre se activa. Y es la función la que sabe cómo tiene que hacer en cada momento. La especie es sabia, es más fuerte que uno, es la que nos lleva a realizar los cuidados como corresponde. A la leona no le tienen que enseñar a amamantar a su cachorro.
Es el lenguaje, es el psiquismo el que interrumpe la función. A la leona no le pasa nada, responde al instinto natural. Al ser humano le pasa también, lo que ocurre es que está pervertido, está tocado por el lenguaje.
LA FUNCIÓN PADRE
La función paterna es lo que permite acceder al lenguaje, a que el niño se pueda poner erguido y caminar, separarse de la madre. Porque la movilidad es algo que se aprende del padre.
Para todos y en todo momento. No es una cuestión de la infancia, porque la infancia no es algo que se vive cuando tenemos dos o tres años y ya se olvida. Está en todos durante toda la vida.
Y no es que tengamos un niño dentro, que mucha gente lo dice para justificar sus actos así medio perversillos. Somos una suma. El ser humano se crea de sumas de momentos, de frases, de situaciones. De pensamientos que se van conquistando a lo largo de la vida, con trabajo.
Los maestros, los libros que leemos, también hacen la función padre, en el sentido de esa función civilizadora que nos separan de lo puramente biológico. Y es que nos traen frases que nos alejan de las frases familiares, que es lo importante: poder construir nuevas frases que no tengan que ver con lo familiar.
Lo vemos muchísimo en las relaciones de pareja. Se ve cómo cada uno vive en las frases de su familia de origen. Entonces llegan a la relación de pareja, crean su familia y no han creado las frases de esa familia. Quieren imponer a esa familia las frases de la familia de origen.
El psicoanálisis ayuda a construir las frases de esa nueva familia, teniendo en cuenta los descubrimientos científicos, este conocimiento, este saber acerca de cómo funciona lo psíquico. Teniendo psiquismo en la familia, es otra familia, otro mundo, otro ser humano. Incluso uno se puede permitir ser varias mujeres, ser varios hombres. No hace falta la rigidez de “sé siempre el mismo, hijo.”
La demanda es importante. A veces ¡cómo nos cuesta pedir, qué dificultades vemos en las personas para pedir ayuda, para pedir colaboración, para pedir cosas! Y hay gente que no para de pedir, porque se dan los dos extremos. No hay nada que le den que pueda servirle. Eso es otra cosa, porque lo que está pidiendo es la inmortalidad. También se cree inmortal el que no pide porque está diciendo que puede con todo; es egocentrismo.
No hay tercero en esa relación, no hay ley que regule la demanda también, porque lo que hace el padre es intervenir y decirle “mira, tu demanda con mamá tiene un límite”.
LA RELACIÓN DE LOS PADRES
Siempre hay función padre y función madre. No es necesario que haya dentro de mi vida un padre biológico, una madre biológica. Yo caigo en un lugar, dentro de un entorno donde había una persona que me procuraba alimentos y una persona que me decía “por este camino, no” o “por este camino, sí”.
Todos los trastornos del niño tienen que ver con la relación de la madre con el padre, es decir, con la entrada de la de la ley. Para eso la ella tiene que aceptar que también es mortal, que necesita del padre, que no ha tenido ese hijo sola, por mucho que después tengan una mala relación. Reconocer que ha intervenido en la producción de ese hijo, eso ya le da ley al niño.
Cuando no aceptamos la diferencia, hay trastornos y uno de los más importantes es la no aceptación de un ser humano diferente, como en este caso el papá, que viene a interrumpir ese idilio fantástico entre mamá y el niño, surgen problemas que pueden afectar también al lenguaje.
Es importantísimo que la madre deje pasar al padre, porque si no, se produce una no aceptación de ese tercero, de esa ley, pero no es el niño el que no lo acepta; es un problema en la relación de la mamá con el papá. En ese triángulo algo falla. Cuando el niño es tan pequeñito, hay que tener en cuenta que ahí la mamá juega un papel muy importante para que intervenga el padre, para dejarlo intervenir e interrumpir ese idilio.
El niño ya tiene lenguaje, porque se está humanizando, pero falta la ley que articule ese mecanismo para que hable. Está todavía pegado a la madre, está todavía en que no necesita decir nada porque la madre siempre está ahí. Cuando interviene el padre, que separa al niño de la mamá, lo que le viene a decir es “necesitas de otros porque tu madre no es tuya, tu madre también necesita a su vez de otros, entonces necesitar de otros implica que tienes que hablar para que otros te puedan ayudar, para poder recibir del otro”.
Ella también puede decir: “oye, que como no hagas esto, cuando venga papá…” esa frase ya incluye al padre. Es importante que siempre haya padre en la relación porque, si no, se generan trastornos y los trastornos que vemos en la infancia con el lenguaje están muy relacionados con esta situación: con la aceptación de la ley.
Por supuesto, hay un trabajo tiene que hacer ese niño para poder llegar a incluir a los otros. Y Los papás tienen que hacer un trabajo para dejar que el niño complete su proceso de humanización, tienen que hablar entre ellos.
Esto se ve claramente en la consulta. ¿Cómo va a hablar el niño si los padres no hablan? La madre está a su rollo, el padre está a su rollo y el niño es un mueblecito más que llegó a la casa. Entonces también es importante hablar entre los padres y hablar con el niño. No contar al niño todo lo que papá y mamá hacen, no. Eso es otro error en el que se cae, porque muchas veces escuchas a las personas que llegan a la consulta: “porque mi madre me dijo que mi padre…”.
Le cuentan sus penas al niño, cuando realmente los padres tienen un papel, sobre todo el padre, pacificador y civilizador, de ponerle límites, de enseñarle al niño cuáles son los límites del mundo para que pueda moverse con más libertad en el mundo con más autosuficiencia. Los padres vienen a ser la primera unidad donde nace niño y tendrían una función educativa, formativa, para que pueda salir al mundo, a la escuela a la Universidad, al trabajo. Es ésa su función.
Es importante tratar esto en el momento en que acontece, porque también es cierto que el goce se instaura por repetición y si no hablo, no hablo, no hablo, al final termino gozando de no hablar y vemos casos de gente de 30, 40, 50 años que dicen “yo no hablo porque no siento que tenga nada que decir”. Eso trae trastornos porque nos damos cuenta de que… “es que prefiero no decirle nada a mi madre porque ¿para qué?”
En los problemas de pareja, a veces se ve que uno empieza a hablar, hablar, hablar y el otro se bloquea y no dice nada. No sabe conversar, no hay conversación. O quizá se enfada cuando el otro dice una frase diferente a lo que piensa, porque lo percibe como un atentado. Es un otro que piensa diferente a mí y entonces lo siente como un ataque.
Cuando vemos que hay niños con problemas, si analizamos cómo se han ido produciendo en los últimos años de la relación, vamos a ver que pasa algo entre los padres.
Eso es muy interesante porque el acceso al lenguaje también nos enseña que la palabra está separada de la cosa. Una cosa es la palabra y otra cosa es la cosa. Una cosa es la palabra teléfono y otra cosa es el teléfono. Esto pasa cuando no se acepta la ley del lenguaje, “esto es esto y no acepto que sea otra cosa, porque es lo que me dijo mi mamá”.
Cuando el niño no habla es porque no ha habido esa entrada del tercero que civiliza. Ese momento donde el niño no necesita hablar para cubrir sus necesidades. El tercero le dice: “a mamá no se lo pidas todo”, “no la molestes tanto” “déjame un cachito de mamá a mí también”, etc., entonces el niño ahí ya tiene que decir “mamá” en otro tono cuando está hablando con papá. Se da cuenta de que mamá desea otra cosa y no a él solamente, porque que la madre desee únicamente al hijo lo convierte en un ser patológico.
Si solo desea el hijo y no desea otras cosas en el mundo: su trabajo, sus amistades sus aficiones, el niño se enferma y además el niño no la va a querer más por eso. Después le va a echar en cara muchas cosas. “Es que no me dejaste”, “eras súper protectora conmigo”, “es que no pude aprender a relacionarme bien porque mi madre estaba todo el día cuidándome y no me dejaba salir a la calle”, son frases muy comunes en la consulta.
Que la madre se vaya a trabajar ya incluye un tercero. Ya está el trabajo como tercero. Ya está aceptando la ley. La madre le deja en la guardería y se va a trabajar. Ya hay función padre ahí.
FACTORES A TENER EN CUENTA
Entonces, el nene no habla, está más o menos en los dos años donde ya va articulando el lenguaje. Emite sonidos, incluso empieza a balbucear, ya vemos que el aparato está empezando a crear la función de la palabra.
El niño desde bien pequeñito entiende todo, aunque no hable. A veces, el niño no habla, se dice cualquier cosa delante de él. Hay que tener mucho cuidado con eso, porque el niño es placa sensible, todo lo percibe con aumento. Entonces, todo lo que hagamos y digamos delante de él lo va a percibir, pero aumentado.
Queda como una primera huella, quedan esas primeras impresiones que van a ser muy importantes después, aunque en ese momento no tengan efecto. Cuando llega una segunda huella, que le da sentido a esa primera, entonces ahí se forja algo, entiende algo. Al principio capta, pero no entiende. Se va a ir formando sus propias teorías infantiles sobre las cosas que van pasando a su alrededor. No comprende ni de dónde vienen los niños, ni cuál es la diferencia sexual, ni qué hacen su padre y su madre, ni cuál es el papel del papá…
Ni siquiera quién es él, que eso también es importante. Él tiene que darse cuenta de crear una imagen de sí mismo, y eso ocurre en el estadio del espejo, sobre los 18 meses, antes de acceder al lenguaje. Es una construcción, no nacemos humanos, nos tenemos que humanizar.
Cuando, por ejemplo, el niño no come, es algo que nos preocupa. Pero cuando el niño no accede al lenguaje es algo súper preocupante, porque ése es el paso fundamental que el niño tiene que dar para acceder a la humanidad.
Vamos a decir también que tampoco hay que ser alarmista ni demasiado estricto. “Mi hijo tiene dos años y es que todavía no dice ni una sola palabra”. No pasa nada, cuando hablamos de edades es aproximativo, cada niño va a comenzar a hablar en un momento determinado. Es para hacernos una idea de que es una complejidad. Se llama complejo de Edipo porque es una complejidad de procesos y mecanismos psíquicos que se ponen en juego para que nos construyamos como hablantes.
CÓMO PUEDE AYUDAR El PSICOANÁLISIS
Se ve en el trabajo del análisis que ese sujeto está haciendo otra construcción y se empieza a llevar mejor con sus padres. La terapia tiene efectos en la realidad. Tenía que ver con su realidad psíquica y la realidad psíquica tiene efectos en la realidad material. Cuando va cambiando ese padre psíquico que tiene el sujeto, cambia su mirada y cambia su padre real también.
El psicoanálisis mejora muchísimo las relaciones familiares, porque nos acerca al mundo, y la familia forma parte del mundo. Entonces uno es mucho más cordial y comprensivo con el otro. Además, nos ayuda a aceptar las diferencias, a incluir otros seres humanos…
También ayuda a separar lo que pensamos de las cosas, de la realidad de las cosas. Porque, como decíamos antes, cuando uno no habla, no conversa, no sabe hablar con el otro, es cierto que vive, pero en frases fantasmáticas. Habla con sus fantasmas internos, no habla con el otro, que siempre es mucho más sano hablar con el otro, aunque nos moleste, aunque piense diferente a uno, aunque venga a indicarnos que estamos equivocados… Eso es más sano que estar convencido de que uno tiene el saber absoluto. Lo más importante de nosotros está fuera de nosotros.
Si el niño no habla, primero hay que empezar a escuchar todas estas cosas con el aparato del psicoanálisis y consultar a un profesional. Hay un chiste sobre uno que no hablaba nada y a los 30 años dice “la sopa está fría” y todos alucinados porque el niño habló. Antes no le fue necesario porque hasta ese momento todo estaba perfecto con mamá, le cubría todas las necesidades. Que no todo esté perfecto nos lleva a la acción.
Y a la salud, porque aceptar la imperfección en uno mismo es saludable, aunque tendemos a todo lo contrario, a la completitud, la perfección, al equilibrio… Sin embargo, no somos nada de eso. El aparato psíquico es contradictorio, somos imperfectos, incompletos, es decir, nos vamos a morir todos. Sabiendo eso, uno se puede deprimir, otro se puede volver loco, y un tercero se puede construir una salud, estar en el mundo y también construir salud en sus hijos, en su familia.
Cuando el problema está en la madre y no puede incluir al padre, es importante que la madre tenga salud mental, trabaje para su salud mental. El padre también, los dos. Cuando decimos salud mental no decimos que estemos locos. La mente es un aparato que influye en nuestra cotidianeidad, en nuestra vida diaria, en todo lo que hacemos:
En nuestra curación y en nuestra enfermedad; en nuestras relaciones sexuales, profesionales, personales, en cómo nos llevamos con los padres, los hermanos; en mi sufrimiento, en mi padecimiento, en mi capacidad de disfrutar la vida… En todo está incluido el psiquismo.
Entonces, no es que seamos enfermos, es que debemos tener en cuenta lo psíquico en nuestra vida, no negarlo como si no existiera. Y eso nos da salud, nos acerca a una normalidad psíquica.
La salud es una cuestión de cantidad. Hay que aprender a manejarse en términos cuantitativos. Si ante una noticia yo me pongo histérica, pues no es lo mismo que si digo “bueno, voy a ver qué puedo hacer en la realidad para transformar esta noticia que me han dado, que no me gusta nada”. Aceptar la realidad para poder transformarla, ésa es la salud.
Cuando vemos casos de niños que no hablan, vemos cómo los padres no aceptan que puede llegar a haber un problema, que algo está pasando. Es para que se quede detenido en eso, porque también puede ser un momento de su constitución o un momento de la relación familiar que hay que revisar un poco. Hay que hablar para ver qué está pasando y que eso se transforme, que pueda ser otra cosa.
También puede ser para hacer dependiente de la mamá a ese niño, para decir que requiere un cuidado especial: “tengo que estar toda la vida pendiente de él”, “tengo que dejar de trabajar”, “tú que eres mi marido no quiero saber nada de ti”, “me dejáis a solas con él”. Hay que interrumpir eso, es necesaria la ley.
Y recordamos que la felicidad solo puede hallarse en el camino del trabajo, que la energía psíquica ligada a un trabajo en la realidad produce efectos en la realidad. Mientras que la energía psíquica no ligada a un trabajo en la realidad produce efectos, pero en el cuerpo, en la realidad psíquica, produce síntomas.
El trabajo permite que con las propias manos podamos transformar la realidad psíquica y la realidad material, porque yendo al psicoanalista, haciendo el trabajo de ir al psicoanalista, de hablar, puedo transformar mi realidad psíquica.
Si uno no hace un trabajo a favor, lo hace en contra. Siempre hay trabajo, en la realidad y a nivel psíquico, de las dos formas, porque querer evitar trabajar laboralmente, también es un trabajo, gasta muchísima energía y muchísimo tiempo.
Y perjudica al hijo, haciéndole creer que la madre va a estar ahí siempre, inmortal, que él es inmortal. Que solo deseándome a mí y yo deseándole a él vamos a poder todo.
Cuando hay problemas, mejor incluir el psicoanálisis para poder modificar nuestra realidad.