Respecto a las funciones en la empresa, ¿qué es lo importante, el sexo o la posición psíquica?

QUÉ DICE LA BIOLOGÍA

 

Para una primera aproximación a lo que es hombre y mujer, o macho y hembra, en la especie, diremos que somos una especie que se reproduce por sexuación y, por tanto, son necesarios tanto los machos como las hembras para procrear. Otra cosa es masculino y femenino, que son funciones psíquicas que nos acompañan toda la vida, tanto a hombres como a mujeres.

 

Desde la biología, la diferencia sexual anatómica, es fácil diferenciar lo que es una mujer y lo que es un hombre, genitalmente hablando. Pero el psiquismo humano no tiene que ver con la anatomía o la biología.

 

Si hablásemos biológicamente, para la reproducción de la especie el hombre es el que tiene espermatozoides. Es el que entra en el cuerpo de la mujer en busca del óvulo que está esperando para ser fecundado.

 

El espermatozoide es móvil y alcanza un grado de dinamismo necesario para llegar a fecundar al óvulo y tiene fuerza, porque tiene que penetrar en el óvulo, que también debe dejar que le penetren, porque no todos los espermatozoides que llegan son capaces de penetrar el óvulo. El óvulo también tiene que hacer, aunque está en pasividad, en espera, tiene cierta parte de actividad también.

 

FEMINIDAD Y MASCULINIDAD COMO POSICIONES PSÍQUICAS

 

Freud dice que masculinidad y femineidad son construcciones teóricas de contenido incierto.

 

Esto quiere decir que ni femineidad ni masculinidad son exclusivas de mujeres u hombres. Son posiciones psíquicas, que se construyen en el psiquismo de todo ser humano.

 

En la vida es necesario a veces adoptar una posición más femenina o una posición más masculina, en función de la situación de con quién uno está hablando, de la tarea que está realizando, etc., y eso le pasa tanto a los hombres como a las mujeres. Entonces, lo femenino y lo masculino son posiciones frente al lenguaje. Cuando uno habla, se posiciona de una manera masculina o de una manera femenina. Las dos son necesarias en todas las personas para que las cosas funcionen bien.

 

A veces relacionamos la masculinidad con la actividad y la femineidad con la pasividad. Y no es exactamente así, porque la feminidad requiere grandes dosis de actividad. Sería más bien una pasividad en actividad.

 

Podríamos decir que, a veces, la mujer tiene una tendencia hacia los fines pasivos, pero eso no significa que lo femenino sea pasivo. Ese matiz es muy importante: son tendencias. Hay una tendencia pasiva, pero la mujer no es pasiva; ni el hombre es activo, sino que tiene tendencias activas.

 

En la constitución psíquica, lo femenino es lo más complejo de producir, tanto para un hombre como para una mujer. Incluso para la mujer a veces es mucho más difícil que para el hombre.

 

Freud llega a decir que hay dos dificultades más en la constitución psíquica de la mujer, tiene que hacer dos pasos más que el hombre. El hombre, aparentemente, tiene más facilidad para esa constitución psíquica, aunque también tiene que hacer esa vuelta, también tiene que separarse.

 

Primero está el amor a la madre, a la que hay que renunciar por la ley, y entonces, tanto el niño como la niña, vuelcan su amor en el padre, y ahí aparece esa posición pasiva, o femenina, frente al padre, que también tienen que resolver para luego salir al mundo en busca de una mujer o un hombre.

 

A nivel genital, a nivel biológico, el niño empieza con sus erecciones, o con sus sensaciones, directamente en el pene, y la mujer empieza a tener ese tipo de sensaciones sexuales a través del clítoris. Pero en su desarrollo tiene que pasar del clítoris a la vagina.

 

Ella va a sumar una nueva zona erógena, que en el caso del hombre va a seguir siendo el pene, en el paso de niño a adulto mantiene la misma zona erógena. Pero en la mujer se suma a la erogeneidad clitoridiana, que es masculina, la erogeneidad vaginal, que sería lo específicamente femenino, pero hay que construirla.

 

Hay muchas mujeres que padecen de no gozar vaginalmente. Es una complejidad biológica que tiene que ir acompañada de un desarrollo psíquico porque, si no, no se puede llegar a esa construcción.

 

La niña, cuando está en la sexualidad clitoridiana, es decir, masculina, (hay masculino, que son los niños, y masculino castrado, que es ella porque lo tiene más chiquito), su amor es la mamá. Ella es masculina y la mamá es su amor, pero cuando cambia, cuando se produce ese viraje del clítoris la vagina, también se produce un cambio del objeto sexual elegido. Es la segunda dificultad, que dice Freud. Como objeto de amor pasa de elegir a la mamá a elegir al papá. Ahí ya entra en una posición femenina.

 

Es cierto que a la mujer siempre le ha resultado más difícil esa posición femenina, pero es una cuestión relacionada con la represión: la mujer padece tanto de la represión social como de la propia represión psíquica.

 

A lo largo de la historia podemos observar cómo a los hombres les ha resultado más fácil, o por lo menos han sido más frecuentes, los casos de los hombres poetas, investigadores, inventores, escritores, pintores.  Toda esa actividad se realiza en posición femenina. Es curioso que justamente en la posición femenina sea más difícil para la mujer. Ahí es donde entra el tema de la represión

 

TENER O NO TENER…

 

Ese momento de cambio es muy dramático para muchas niñas y para muchas mujeres durante toda la vida, porque se instalan las tendencias agresivas y hostiles frente a la madre.

 

Es la etapa fálica de la infancia, que recordamos que no desaparece en nosotros, (nada de lo de lo que nos ha pasado psíquicamente desaparece, sino que se repite muchas veces en la vida), en la que tanto niños como niñas están ya jugando con sus genitales y con la masturbación, pero la niña cae en la decepción porque se da cuenta de que el pene del niño es más grande que el suyo.

 

Hay una decepción tal que ahí ella tiene una rabieta con su mamá por no haberle dado el pene. Culpa a la madre de no haber recibido ella eso que tiene el niño. Y de ahí vienen los sentimientos agresivos hacia la madre. Y de ahí surge esa tendencia de la mujer a pensar que no puede, que no tiene.  No tiene dinero, no tiene tiempo. No tiene nada. Entonces, la mujer va a buscar sustitutos a ese pene.

 

Primero quiere el pene del padre. Ama al padre, pero es el pene que la madre no tiene y el padre sí. Después va a querer un hijo del padre, pero cuando llega al desarrollo sexual adulto lo que quiere es un niño. Cree que puede conseguir a través del niño la sustitución a ese pene y, si no, se conforma con un hombre que, al fin y al cabo, tiene pene.

 

Parece que la mujer está para recibir lo que su pareja le da, porque ella no tiene y él tiene. Son posiciones muy fáciles de detectar en el lenguaje, aun en uno mismo, no podemos evitar caer de vez en cuando en esta tendencia: “es que no tengo tiempo, no tengo dinero…” En definitiva: no tengo.

 

Pero uno no se da cuenta hasta que no va al análisis y lo habla.

 

“Mi marido no me da no sé qué, es que mi marido no me da cariño, no me da atención, no me da dinero, no me da…” Cuando realmente en la construcción de un ser humano en un principio está en una posición de recibir, pero llega un momento en que tiene que pasar a una posición activa y dar.

 

Lo femenino también supone una posición activa, no es solo pasiva, como se cree. En el acto biológico de la concepción de un hijo ella recibe el esperma, pero también está en posición de dar ese óvulo para ser fecundado. Están las dos cosas.

 

Hay muchos trastornos de la fecundación precisamente por esto, porque uno está dispuesto a dar, pero el otro no. Si no te doy lo que no tienes, es imposible, no se puede fecundar. Es un acto de amor trabajar para la especie.

 

CÓMO INFLUYE TODO ESTO EN LA EMPRESA

 

Hay que diferenciar dos lugares, el del que recibe y el que da. Por ejemplo, el trabajador tiene que dar, pero también tiene que recibir indicaciones. Son las dos posiciones. Y el jefe también tiene que dar indicaciones, pero a la vez tiene que recibir un feedback de los trabajadores para poder desarrollar su función. Es muy importante saber que uno en la empresa ocupa una función, y ahí no es un hombre o una mujer, es una función y, si está cualificado para ocupar la función, da igual el sexo que tenga.

 

En el campo empresarial nos encontramos que hay hombres y que hay mujeres, y que las funciones de trabajo pueden ser ocupadas tanto por un hombre como por una mujer.

 

Pero a veces ocurre que las teorías infantiles, que permanecen en nosotros y que tienen que ver con la sexualidad infantil, cuando nos preguntábamos por qué ella lo tiene más chiquito que él, nos influyen inconscientemente en nuestra actitud como adultos.  Y esto le pasa tanto a mujeres como a hombres.

 

Ella cree que lo tiene más pequeño y que no está capacitada. Le han dado un puesto de directiva y siente que ella no llega a ese puesto, es muy pequeñita. Aparte de que es un puesto de directivo, otra cosa de hombres, porque su papá era directivo, por ejemplo.

 

No es una cuestión de cualificación, es una cuestión de posición psíquica, de aceptación de la feminidad y de la masculinidad en cada uno. Porque en las funciones, en los puestos de trabajo, se va a poner en juego tanto la masculinidad como la feminidad, sea un hombre o sea una mujer quien ocupe ese puesto. Una función de directivo va a necesitar grandes dosis de masculinidad y grandes dosis de feminidad.

 

La feminidad y la masculinidad con respecto al lenguaje se traducen en escuchar o intervenir. Las dos funciones son necesarias para trabajar en lo social, para interrelacionarse con el otro. Pero no es una relación bidireccional: es uno el que se relaciona con el lenguaje, el que se posiciona frente al lenguaje. Son nuestras frases las que interactúan entre sí.

 

La empresa o la compañía, son palabras femeninas, pero tiene que dejarse penetrar por el mercado. También ésta es una cuestión muy importante para la mujer, no detenerse solamente en la procreación sino también en la creación y eso permite la innovación.

 

El lenguaje está lleno de palabras en masculino y palabras en femenino, que se combinan todas entre ellas y esa es la amplitud psíquica. Cuantas más palabras pueda combinar con más palabras, más salud mental voy a desarrollar. La represión viene a ser una restricción de nuestro imaginario, que también reprime nuestro lenguaje. Cuanta mayor represión hay, menos palabras puedo decir y por tanto hay palabras que están relacionadas con otras palabras que no voy a poderme permitir llevar a cabo, y así se va limitando el sujeto.

 

El tamaño está en el lenguaje.

 

A la mujer, a lo largo de la historia, se la reprimía pensar en lo sexual porque lo sexual era algo que estaba prohibido para ella, era cosa de hombres. Así, se le reprimió el pensamiento. Lo sexual y la curiosidad sexual infantil es lo que va a mover cualquier tipo de curiosidad del pensamiento después en la edad adulta. Si al niño le prohíbes hablar o pensar en lo sexual, estás coartando su pensamiento.

 

La mujer históricamente está reprimida. Estas cosas pasan en todos los lugares: en la empresa, en la familia, en la pareja, con los amigos, en la Universidad. Todavía nos sorprendemos de que haya más alumnas mujeres en una carrera como medicina, que hombres, por ejemplo.

 

Sin embargo, en los hospitales o en los cargos de director, de jefes de equipo o de servicio, hay más hombres que mujeres. Socialmente, sigue habiendo un prejuicio hacia la mujer. Se sigue pensando que está menos capacitada, cuando tiene la misma formación. Y, como hemos dicho, la función, si estás en ella, ya no eres ni hombre ni mujer, sólo ocupas un puesto.

 

Este prejuicio forma parte también de la mujer. Es un prejuicio ideológico, inconsciente, pero también social. El psicoanálisis nos permitir no caer en él. El psicoanálisis permite autoconocimiento y autotransformación. Conocemos ese prejuicio y hacemos algo en la realidad para no caer en él.

 

En las empresas, cuando existen estos prejuicios, cuando por ser una mujer la que ocupa determinado puesto, se piensa que le falta algo, que no es tan buena como él, ahí se coarta la eficacia de la empresa y se disminuyen, evidentemente, los beneficios.

 

Estos prejuicios acerca de la mujer, de lo femenino, llevan también a reducir el número de clientes. Si piensas lo femenino y la mujer, también se van a ampliar tus posibilidades de servicio, de producto. Muchas compañías han pensado lo femenino en el hombre y lo están explotando. Hay muchas empresas que ahora contratan más mujeres que hombres, por ejemplo, creyendo que la mujer es lo femenino. Y hay que separar mujer de femenino.

 

El hombre tiene las claves del trabajo y de la guerra, y la mujer, lo femenino, tiene las claves del goce y del ocio. Entonces, ese misterio que no entendemos de la mujer tiene que ver con ese goce. Es algo que no sirve para nada, pero no se puede vivir sin él.

 

Y el goce tiene que ver con la posición femenina, tanto en hombres como en mujeres. Suele estar muy reprimida la posición femenina en los hombres, no han podido en la constitución psíquica esa posición pasiva frente al padre. Han tenido miedo de feminizarse, de caer en la homosexualidad. Pero es fundamental: Una posición pasiva frente al padre permite, por ejemplo, tener jefe. Aceptar la ley de la empresa. Aceptar las indicaciones del jefe, las correcciones… Todo eso se hace en posición femenina, posición pasiva frente al padre.

 

El polo opuesto es el típico empleado que se pasa todo el tiempo cuestionando al jefe, molestándole, no aceptando las indicaciones de la empresa. Muchos hombres tienen dificultades en la relación con los jefes, y es por esta cuestión de no aceptar la feminidad.

 

Cuando un ser humano acepta su feminidad, es plural, múltiple, heterosexual, y esto es más del orden de la pluralidad, de ser capaz de relacionarse con personas diferentes a uno, de cualquier sexo. Son personas que piensan diferente, se mueven diferente, hablan diferente, tienen una imagen diferente y eso es la pluralidad y la heterosexualidad.

 

Y esto es necesario en la empresa porque, si no, va a haber clientes a los que no toleramos, o no los soportamos. Va a haber compañeros, subordinados o colaboradores que nos caigan mal o no podamos relacionarnos con ellos. Es una cuestión de no aceptación de lo diferente.

 

Para aceptar y tolerar las diferencias, la feminidad va a ser fundamental, porque primero hay que aceptar la diferencia de uno con respecto a uno mismo, hay que aceptar que a veces soy más masculino y a veces más femenino.

 

Hay tendencias femeninas y tendencias masculinas. Hay veces que tengo una tendencia más activa y otras veces que tengo una tendencia más pasiva. No pasa nada, es normal y convivo con ella todo el tiempo. Durante el día hago el cambio varias veces.

 

Nosotros aconsejamos ser permeables, no impermeables, dejarnos penetrar por los acontecimientos que van pasando, y para ello el psicoanálisis es un instrumento muy útil.

 

Menassa dice que, si la mujer se animase a hablar en la familia, en la empresa, ya eso sería revolucionario. Si se anima a hablar y decir lo que piensa. Pero para transformar la historia, para producir una nueva historia en femenino, la mujer tiene que escribir.  Si no pasa por la escritura, la historia no se transforma.

 

Ésa es la verdadera revolución que tiene que hacer la mujer: empezar a escribir, que, justamente, para la escritura es necesaria la posición femenina que es lo que más le cuesta a la mujer. Uno tiene que hacer un trabajo en sí mismo.

 

La feminidad siempre es el producto de un trabajo que hay que hacer, cada vez. No nos podemos ahorrar trabajo.

 

La envidia del pene se ve claramente en muchas mujeres que no llevan a cabo este trabajo de transformarse. Es para mantenerse en la queja. Es más fácil pensar que, como es un hombre, le resulta más fácil que a mí. Él puede y yo no. Ése es un pensamiento muy arraigado de la mujer. Sí, pero es que además lo cree. Es ideológico que para los hombres es más fácil que para las mujeres.

 

Y él, a veces, también en posición femenina, piensa que para la mujer es más fácil. Ella lo tiene más fácil, casi siempre con respecto a lo sexual: Ella consigue todo a través de lo sexual. Son prejuicios inconscientes, que tienen que ver con la sexualidad infantil y que no nos deshacemos de ellos tan fácilmente. Los padecemos porque son ideológicos.

 

Todo se consigue con sexualidad, que no es lo mismo que genitalidad. Montado en una sexualidad saludable, sin tanta represión, consigo un montón de cosas. Puedo ampliar el negocio, puedo mejorar mi trabajo, puedo mejorar mi posición dentro de la empresa.

 

 

BENEFICIOS DEL PSICOANÁLISIS EN LA EMPRESA

 

Incluir el psicoanálisis y la posibilidad de que las personas de la empresa crezcan tiene una repercusión directa en los beneficios de la compañía y de cada sujeto que forma parte de esa compañía. Poder crear una empresa donde pueda dar trabajo, donde pueda dar buenos sueldos.

 

Como estamos viendo, plantear el mundo con dirigentes o con directivos de empresas que tengan nociones de cómo funciona el psiquismo humano y que se psicoanalicen y que estén sumergidos en el conocimiento de uno mismo, del ser humano, sería otro mundo.

 

Habría nuevas producciones, cosas que ahora mismo no podemos imaginar. Y la imaginación es necesaria siempre para el avance científico, para el avance tecnológico, para el avance económico. Sin imaginación no se puede.

 

Lo que nos permite salir de nuestras tendencias psíquicas inconscientes, que siempre son las hostiles o sexuales, es el psicoanálisis. Lo que nos permitiría sería poder transformar esas tendencias en acciones productivas, porque la agresividad es necesaria también para crecer.

 

No tanto opinar, sino esperar a ver qué sucede, observar. No dejarnos llevar por lo que vemos, no hacer una lectura ingenua de lo que está pasando. Hay que apoyarse en una lectura científica, más psicoanalítica. Más desde el pensamiento real, no desde lo que yo pienso.

 

Normalmente caemos en una cuestión ideológica que ni siquiera es nuestra cuestión. La ideología no es nuestra, es una construcción heredada de la sociedad, de lo que escuchamos, de lo que leemos, de lo que decimos, de lo que nos dicen, de nuestra mamá, de nuestro papá, de nuestra educación, de todo. Entonces, crear un pensamiento propio.

 

Hay todo un campo de trabajo y de construcción para incluir lo femenino, lo masculino, y poder hacer una nueva construcción también de la realidad. Transformar la realidad, aceptándola ahora mismo tal cual es, para poder ir transformándola. Y construir dentro de cada uno un mundo mejor para sí, para cada uno, con sus diferencias y similitudes. Hay que seguir estudiando, porque lo femenino es inagotable.