¿QUÉ ES LA IMPOTENCIA?
La impotencia -cuyo término médico es el de “disfunción eréctil” (DE)- es la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria (la excitación sexual, la eyaculación y el orgasmo).
Aunque puede decirse con seguridad que todo hombre experimenta una disfunción eréctil de vez en cuando, la impotencia se define en términos médicos como la incapacidad para mantener una erección suficiente para el coito en al menos el 25% de los intentos.
Es decir, se habla de impotencia cuando es una situación mantenida, un episodio aislado no se cataloga de impotencia. Es una situación muy frecuente, se calcula que puede llegar a afectar hasta el 50% de varones en algún momento de la vida.
Pero ocurre que muchos hombres no admiten su impotencia y no acuden al médico por ella. Si bien se calcula que aproximadamente el 20% de la población masculina tiene impotencia, sólo el 10% consultan.
En España, aproximadamente el 12% de la población, entre 25 y 70 años, padece de impotencia, en términos absolutos serían unos dos millones. Y en el mundo se calcula que unos 100 millones sufren esta patología.
Hasta hace poco era un tema que no solía tratarse abiertamente. Mitos y expectativas culturales de la sexualidad masculina han impedido a muchos hombres buscar ayuda para un trastorno que puede, en la mayoría de los casos, solucionarse con un tratamiento médico o psicológico.
UN POCO DE HISTORIA
La primera descripción de impotencia se encontró en un papiro y data de 2.000 años a.C. Se describían dos tipos de impotencia: la impotencia natural, en la que el hombre era incapaz de culminar el acto sexual y la impotencia sobrenatural, que ya era acción de los dioses.
Posteriormente, Hipócrates describe la impotencia masculina en pacientes ricos de la ciudad y concluye que la causa estaba en relación con montar a caballo, factor de riesgo al que no estaban expuestos los pobres, que iban a pie.
Aristóteles decía que, como los nervios del pene llevaban energía y espíritu para la erección, la erección era debida a una insuflación de aire, teoría que se mantiene hasta que, en 1505, Leonardo da Vinci observa en el pene erecto de un ahorcado una acumulación de sangre y lo describe. Estas descripciones pasan desapercibidas hasta principios del siglo XX.
¿CÓMO ES UNA ERECCIÓN NORMAL?
En la erección está en juego la vascularización y el sistema nervioso simpático, que es el que controla la reactividad vascular.
Cuando no hay estimulación sexual, el flujo de sangre dentro del pene es muy bajo, lo que lo mantiene en estado flácido o no erecto. Cuando un hombre se estimula sexualmente, las arterias del pene se relajan y dilatan, y el flujo sanguíneo hacia el pene aumenta mucho.
A medida que el pene se expande, sus venas -que tendrían que devolver la sangre del pene hacia la circulación de retorno- se comprimen, y la sangre no puede salir. Con más flujo sanguíneo entrando y muy poco saliendo, el pene aumenta de tamaño y de consistencia, dando lugar a la erección.
Para que la función sexual masculina sea normal se requiere:
1) Una libido conservada.
2) La capacidad para lograr y mantener la erección del pene.
3) La eyaculación.
4) La detumescencia.
CAUSAS DE LA DISFUNCIÓN ERÉCTIL
Existen dos cuestiones básicas que pueden desencadenar disfunción eréctil:
1.- Incapacidad para iniciar la erección (causa psicógena, endocrina o neurógena).
2.- Incapacidad para almacenar un volumen de sangre suficiente en la red lagunar (disfunción venoclusiva).
La DE se puede producir por alteración de uno o varios de los tres mecanismos responsables de la erección: bloqueo de las arterias. incapacidad de los vasos sanguíneos dentro del pene para almacenar la sangre o daño en los nervios del pene o del área pelviana.
Las causas de impotencia pueden ser orgánicas o psíquicas.
– Causas orgánicas:
– Vasculares
Este tipo es muy habitual. El pene no puede acumular la sangre necesaria para que se dé una erección, generalmente porque no llega en suficiente cantidad. Fumar, la hipertensión arterial, la diabetes, algunas enfermedades cardiacas y el aumento en los niveles de colesterol en sangre pueden provocar trastornos vasculares que dificulten la erección.
– Neurológicas
En estos casos se produce una interrupción en la transferencia de mensajes del cerebro al pene porque existe una lesión en los nervios implicados. Esto ocurre con las lesiones de la médula espinal, la esclerosis múltiple o tras algunas intervenciones quirúrgicas en la pelvis.
– Hormonales
Son poco frecuentes. Generalmente se deben a una falta de hormonas sexuales masculinas.
– Farmacológicas
Existen varios medicamentos que tienen como efecto secundario disminuir la capacidad de lograr una erección. Entre ellos hay algunos fármacos para tratar la hipertensión, las enfermedades cardiacas y los trastornos psiquiátricos.
– Causas psíquicas:
En estos casos, el pene no presenta ninguna alteración física, sin embargo, enfermedades como la ansiedad (provocada con frecuencia por el miedo a no conseguir una erección o a defraudar a la mujer), la depresión, los problemas con la pareja e incluso el estrés pueden afectar al acto sexual.
También la preocupación excesiva por los problemas laborales, sociales o familiares implican que no se dedique la atención necesaria al acto sexual. La fatiga, la inapetencia, la falta de ejercicio, el insomnio o un fracaso laboral también desequilibran los reflejos sexuales.
En un 80% de los casos no se encuentra ninguna causa orgánica, son impotencias psíquicas, sobre todo en varones jóvenes.
Es decir, una vez descartadas las causas orgánicas, el resto de las impotencias (la gran mayoría), son psicógenas, y la mayoría de profesionales de la medicina, en general, está de acuerdo en que en toda impotencia hay un componente psíquico, aun cuando coexisten con una causa orgánica.
DIFERENCIAS ENTRE IMPOTENCIA PSÍQUICA E IMPOTENCIA ORGÁNICA
La diferencia entre la impotencia psíquica y la orgánica es que en la primera se conserva la erección nocturna o matutina, independiente de la anticipación al acto sexual.
También es típico de la impotencia psíquica que no se produzca con todos los objetos sexuales, es decir, un hombre que es impotente frente a una mujer y no lo es frente a otra, no tiene una impotencia orgánica.
La función sexual se halla sometida a muy diversas perturbaciones, que en su mayoría presentan el carácter de simples inhibiciones. Éstas se reúnen bajo el concepto de impotencia psíquica. La realización de la función sexual normal supone un curso previo muy complejo, y la perturbación puede instaurarse en cualquier punto del mismo.
Los síntomas principales de la inhibición del hombre son:
1.- La desviación de la libido al principio del proceso (displacer psíquico).
2.- La falta de la preparación física indispensable (falta de erección).
3.- La abreviación del acto sexual (la eyaculación precoz).
4.- La interrupción del mismo antes de su desenlace natural (falta de eyaculación).
5.- La falta de la sensación de placer del orgasmo.
La primera, que es la desviación de la libido al principio del proceso, Freud, en su artículo “Inhibición, síntoma y angustia”, la marca como una desviación, no es que haya falta de deseo, no puede haberla. El deseo no puede faltar, puede ser desviado.
En este sentido, la terapia psicoanalítica es altamente eficaz a la hora de enfocar su deseo de otra manera, permitiendo al sujeto llevar una vida sexual sana y satisfactoria.
LA IMPOTENCIA PSÍQUICA
La impotencia es un síntoma, no una enfermedad, y puede responder a múltiples estructuras psíquicas. Según esto, habría varios tipos de impotencia psicógena o psíquica:
1.- Perversa: En este caso, la impotencia puede tener que ver con el enlace de la función a condiciones especiales de naturaleza perversa o fetichista (él es impotente, no es capaz de tener erección, si ella no lleva, por ejemplo, bragas rojas. Necesita de una condición para tener potencia).
Con respecto este tipo de impotencia, hay un subgrupo de individuos que sólo encuentran su satisfacción sexual en la masturbación simultánea a fantasías masoquistas (onanista masoquista) o que han logrado acoplar el masoquismo y la actividad genital en forma tal, que, dada una situación masoquista, consiguen la erección y la eyaculación, o quedan capacitados para realizar el coito normal.
El onanista masoquista se descubre totalmente impotente cuando intenta alguna vez el coito con una mujer.
2.- En relación a la angustia: Algunas impotencias son una renuncia a la función a causa de que durante su realización surgiría angustia. Esta angustia puede estar en relación con fantasías específicas, como la de la “vagina dentada”. El sujeto teme que, si se produce la penetración, va a perder el pene.
A veces, en estos pacientes, el temor a la castración se puede presentar de manera desplazada, como temor a perder a la mujer. De hecho, en el hombre, por su posición frente al complejo de castración, (en tanto que cree que él tiene el falo), sus padecimientos tienen que ver en general con el temor a perder: riquezas, poder, amores…
3.- En la histeria es frecuente el miedo angustioso directo a la función sexual, del mismo modo que el síntoma defensivo de la repugnancia. Algunos pacientes histéricos apoyan su repugnancia al acto sexual en la cercanía con los órganos de la micción, y así dicen que el partenaire “huele a orina”, por ejemplo, para rechazar el contacto sexual.
4.- Obsesiva: También gran número de actos obsesivos demuestran ser prevenciones y aseguramientos contra experiencias sexuales, siendo, por tanto, de naturaleza fóbica, es decir, evitativa. Por ejemplo, antes del acto sexual va al baño y, aseándose, emplea tanto tiempo que el partenaire se queda dormido.
5.- Existencia de una condición especial del objeto. Algunas de las condiciones asociadas al coito que pueden conducir a la impotencia son:
- a) La necesidad de degradación del objeto sexual. Son sujetos en los que se observa una disociación de las corrientes tierna y sensual de la libido, de tal manera que son impotentes con las mujeres a las que aman tiernamente y potentes con objetos sexuales degradados, por los que sienten una intensa atracción sexual, pero son incapaces de amarlos.
- b) También hay sujetos que sólo son potentes con mujeres que están comprometidas con otro hombre, es lo que se ha dado en llamar el perjuicio del tercero. Tiene que estar presente esta condición para que se muestren en toda su potencia sexual.
Lo que está en juego en estos sujetos es una cuestión incestuosa, porque la madre es la mujer del padre, desean a la mujer de otro hombre, a la mujer del padre, su madre. El perjudicado siempre es el padre. Son hombres a los que mujeres que no les resultan del mínimo interés cuando están solteras, se les tornan interesantes cuando se comprometen con otro hombre.
6.- También podemos pensar en la existencia de impotencia en relación con otros cuadros clínicos, como la depresión. En el deprimido hay una inhibición de todas las funciones, entre ellas la sexual, secundaria al empobrecimiento libidinal que provoca la fijación de la libido en relación con la pérdida de objeto.
El paciente deprimido sufre de anestesia somática, casi podríamos decir que no tiene cuerpo o, al menos, no goza de su cuerpo, todo es mental en él. Requiere atención afectiva, pero rechaza las caricias y el contacto sexual.
Estas posiciones psíquicas no son excluyentes, pueden darse varias en un mismo sujeto.
En toda impotencia, además, está en juego para quién es el síntoma, a quién se le ofrece como ofrenda, quién es su destinatario. En este caso el perjudicado es la pareja sexual, está por tanto en juego la intención inconsciente de molestar al partenaire sexual. Esto es muy claro en el melancólico que, por vengarse del objeto perdido, introyectado en su yo, es capaz de mutilarse para privar del goce al otro.
En la impotencia masculina no se produce el goce que sí se da en la frigidez, ya que Ella goza en posición objetal, del goce del varón, del goce del otro, y puede por tanto prescindir del goce en posición activa, de su propio goce. Sin embargo, en el caso del varón, la pérdida del goce activo es la pérdida del goce, por eso la impotencia en el hombre es mucho peor tolerada que la frigidez en la mujer.
La impotencia en la esfera genital puede ir acompañada de otras impotencias: imposibilidad de trabajar, de amar, etc., empobreciendo la vida del sujeto.
Con una terapia psicoanalítica, es posible reconducir esta situación y mejorar la calidad de vida del paciente.